Vamos a hablar de Abraham y de su sobrino Lot. La Biblia enseña que ambos tenían ganado, los que se multiplicaron en gran manera, eso produjo un conflicto entre los pastores que cuidaban de los animales; entonces Abraham y Lot llegaron a la conclusión que debían separarse. Abraham no se preocupaba con las cosas de este mundo, porque tenía sobre sí la bendición y también era la propia bendición, por eso le dijo a su sobrino Lot: “aquí está toda la llanura, todo el Valle del Jordán, un valle verde, bonito, tiene agua, tiene todo y del otro lado está el desierto, si tú vas para la derecha, yo voy a la izquierda; y si tú vas a la izquierda, iré a la derecha”. (Génesis 13:6-12)
Abraham no se preocupó en elegir la mejor tierra, pero Lot sí lo hizo; sus ojos no estaban en Dios, sino en salvar su propia vida, por eso escogió el mejor lugar; prosperó muchísimo, pero lo perdió todo, o sea, él buscó salvar su vida y terminó perdiéndola.
Abraham tuvo que elegir hombres de su casa para ir a rescatar a su sobrino que había sido tomado como prisionero.
Todas las decisiones y actitudes que Lot tomó relacionadas a su propia vida, fueron equivocadas, pero, por causa de Abraham, Dios descendió para salvarlo, antes que Sodoma y Gomorra fueran destruidas, Dios ya le había dicho por medio del Ángel que no miraran atrás, pero la esposa de Lot miró y se convirtió en una estatua de sal. (Génesis 19:26)
Luego el ángel de Dios le dijo: “ve al monte”, el monte es lugar de sacrificio; pero él no quiso y dijo: “¡NO!, no voy para el monte”. Todas las decisiones que Lot tomó, fueron pensando en su propia vida, “no voy a sacrificar porque me va a faltar”, “no voy a hacer eso, porque es mi vida” y todo eso tuvo como resultado: daños, perjuicios y pérdidas; en cambio todas las actitudes que Abraham tomó para agradar a Dios, resultaron en: ganancias, bendiciones, victorias y conquistas, él no miraba para su propia vida, se preocupaba en agradar a Dios.
¿Qué podemos entender con esto?
Que mientras el ser humano mire solamente para Dios, vencerá, triunfará, nada le faltará; Dios siempre estará presente, en cambio, cuando la persona tome decisiones pensando sólo en salvarse, cuando tome una decisión diciendo: “¡NO!, yo no voy a abandonar este pecado porque me gusta”, “yo no voy a perdonar porque mi corazón no quiere”, mientras viva tomando decisiones erradas, mirando apenas para sí y no mirando para Dios, continuará fracasando, sufriendo, teniendo muchos problemas.
Abraham se convirtió en la propia bendición, porque cuando Dios hablaba con él y lo llamaba, él respondía “¡Heme aquí!”, “¡Aquí estoy!”; o sea, era sumiso a la voz y a la voluntad de Dios.