A principios de noviembre comienza el ruido y el tumulto. Calles iluminadas, escaparates adornados, decorados con ofertas llamativas para los ojos y las carteras de los ciudadanos…es entonces que comienza el reclamo interior y exterior acerca de qué y a quién regalar…
Existe un espíritu contradictorio que parece controlar a la mayoría de las personas en esta época. Por un lado, se vive la Navidad – teóricamente, la fecha de nacimiento del “niño Jesús” (aunque haya sido probado por los historiadores que el Señor Jesús habría nacido entre los meses de marzo y abril) – por otro, existe un total dominio de la población, ejercido por un consumismo desenfrenado.
Navidad, especialmente hoy en día, es sinónimo de regalos, siendo estos los que medirán la consideración, el aprecio, el amor o el respeto, valores sustituidos por los bienes materiales en esta época. Es un consumismo desmedido, alimentado constantemente por los medios. Basta observar la publicidad, son sugerencias de regalos, alusivos a la época, en todos los medios de comunicación social, es un bombardeo constante, orientado a todas las edades, comenzando por los niños (con los juguetes, juegos, etc.), pasando por los jóvenes (teléfonos celulares, gadgets, etc.) y terminando en los adultos, con ofertas para todos los gustos (perfumes, chocolates, relojes, viajes, ropa, calzado, etc.).
Esa es la Navidad que hemos sido habituados a revivir, año tras año, un círculo vicioso al cual, el que no se adhiere, se siente automáticamente excluido. Pero, antes que nada, apelo a su fe, la inteligente, aquella que no es ciega, sino que piensa, medita y reflexiona no solo sobre la Palabra de Dios, sino sobre el mundo que lo rodea. Que esa misma fe le permita responder a las siguientes cuestiones:
1° – ¿NECESITO ESTE PRODUCTO, ROPA, U OBJETO?
2° – ¿CUÁLES SON SUS BENEFICIOS PARA MI VIDA?
3° – ¿MI CONDICIÓN ECONÓMICA ME PERMITE ESTE DEVANEO?
4° – ¿NO SERÍA MEJOR GUARDAR ESTE VALOR PARA USARLO EN ALGO MÁS PROVECHOSO?
Sin embargo, el “espíritu navideño” prevalece, ya que observamos a las personas, aun sin dinero, comprando lo que pueden y lo que no pueden, sin fijarse en la condición económica, haciendo del mes de enero el más largo y difícil de enfrentar, sí, ¡porque es cuando la factura, finalmente, llega!
Lamentablemente, esa es también una de las épocas en las que más se verifican las tentativas o concreciones efectivas de suicidios, pues, quien no tiene familia, o dinero para hacerles regalos a los suyos, se siente excluido, infeliz, triste y deprimido. Como si su amor fuese medido por los regalos y por el número de los que los reciben.
A título de curiosidad, ¿de dónde viene esta tradición? Pues bien, cuando el Señor Jesús nació (entre las fechas de marzo y abril), vinieron los tres reyes magos con regalos ¡para el Mesías y para nadie más! ¡Ni siquiera María o José fueron tenidos en cuenta!
Ahora, respóndase a usted mismo: ¿Vale la pena todo eso, en nombre de una tradición que fue distorsionada y manipulada por el ser humano, a través de las religiones, con el transcurso del tiempo?
Querido lector, si desea regalarle algo a alguien, regáleselo a usted mismo, superando sus debilidades en su manera de actuar y reaccionar, sus dolores, lágrimas y preocupaciones, pues mejor que un regalo material es el cariño, el respeto y la consideración por usted mismo y por los otros, recíprocamente.
Es en el círculo familiar, entre padres, hijos y hermanos donde ocurre el mayor intercambio de regalos en la época navideña, sin embargo, piense acerca de lo siguiente:
¿Cuál es el regalo que cualquier hijo quiere recibir de un padre durante todo el año? Amor, cariño, respeto, demostraciones de afecto, preocupación e interés por su futuro…
¿Cuál es el regalo que cualquier padre quiere recibir de un hijo durante todo el año? El respeto, el amor, el cariño, que valore las enseñanzas, etc.
O sea, son valores que, al contrario de los bienes materiales, no se desvanecen ni se deterioran, sino que permanecen y vencen la prueba del tiempo. Invierta en esos valores en esta época y, si tiene que darle un regalo a alguien, que sea algo que el tiempo, de ninguna forma, pueda corromper.
Algunos consejos prácticos para “sobrevivir” a esta época:
-¡Pregúntese siempre si lo que va a adquirir es realmente importante PARA USTED!
-En vez de comprar regalos, llame por teléfono a las personas que más quiere, pero, especialmente, a aquellas más alejadas que, posiblemente, tienen algún resentimiento hacia usted por algún motivo.
-Si tiene que gastar dinero, que sea para lo básico, que sea para el momento de unión, como una comida compartida, entre familiares y amigos.
-No empeñe su vida debido a una fecha festiva, que es más comercial y manipuladora de las masas que otra cosa.
-Evalúe bien sus prioridades, porque, finalmente, ¡el que va a pagar la factura es usted!