Hola obispo, vengo aquí a decir una cosa que sucedió con uno de sus pastores.
Vengo a decir que estoy admirada por la manera en la que ustedes defienden su fe.
Vi por la televisión y anoté la dirección de la iglesia. Vivo en la ciudad de Juruaia – MG, pero a veces visito a mi abuela en Muzambinho.
A principio de año vi a un muchacho comprando una camisa y me pareció interesante. Me enteré de que era pastor en la Iglesia Universal. Fui a la iglesia un día, y él estaba haciendo la reunión con unas tres personas. Él pasaba tanta fuerza que parecía que la iglesia estaba llena. En fin, quedé atraída por él.
Yo soy así, a todo hombre que quiero lo consigo, y comencé a desearlo día y noche. Le pedí el WhatsApp, y me dijo que no tenía; le pedí el Facebook y me dijo que no tenía. Pero, cuanto más me rechazaba, más lo quería.
Intenté llevarlo a mi casa, pero no, él siempre me decía que no, pero, en el fondo, yo sabía que él quería. Hasta que un día lo abordé con todo. ¡Ese día quería estar con él de cualquier forma! Lo agarré en una sala, le rompí la camisa, le dije que sería mío de cualquier forma, pero tuve una sorpresa cuando él dijo: “¡Señor, ten misericordia de mí!”, y enseguida me acertó un puñetazo que casi me desmayé. Me empujó y salí asustada, con el rostro lleno de sangre. Después, me puse a pensar: “¿Cómo puede ser que un hombre no me quiera?”
Intenté de todo para estar con él, por lo menos una vez, pero no lo logré. Llegué a tener sexo con pastores de otra iglesia, de la Iglesia Mundial, y solo decidí escribirle porque estoy sufriendo en mi vida sentimental. Pero voy a buscar la Iglesia Universal porque hoy entiendo que esta iglesia realmente es la mejor, pues ese pastor, a pesar de haberme agredido, fue fiel a su iglesia. Por eso quiero felicitar a esta iglesia por el carácter de ustedes.
En fin, lo que me sucedió me hizo entender que estoy en el camino hacia el infierno y quiero la ayuda de ustedes, por eso les pido perdón, realmente perdón, por lo que hice.
Priscila