Cuando leemos la Biblia y vemos la fe de los hombres y mujeres del pasado, nos asombramos al ver tanta osadía, intrepidez, confianza y fe.
El problema de muchas personas hoy en día es que se dejan llevar por los sentimientos, es decir, en el momento de tomar una actitud se dejan llevar por una fe emotiva. Son guiados por sentimientos del corazón y no por la fe inteligente. Y es por eso que vemos a muchos creyentes que tienen una vida destruida. Cuando llegaron por la primera vez a la Iglesia ellos entendieron la importancia de obedecer y practicar la Palabra de Dios para tener una transformación en sus vidas, sin embargo, con el pasar del tiempo ellos se fueron enfriando y comenzaron a ver las cosas no con ojos espirituales y sí con malicia.
La biblia menciona a Gedeón como un hombre esforzado y valiente, sin embargo, él se había dejado llevar por el miedo de las demás personas que estaban con él dentro de la cueva. Existen muchos hombres como Gedeón por ahí. Son los que se esconden porque piensan que no son capaces de realizar algo grandioso; un empleado que no se siente capaz de llegar a ser jefe; un padre de familia que piensa que no sabe educar a sus hijos; o un esposo que no cumple el rol de hombre ante su esposa.
Gedeón tenía la autoestima baja, no se sentía lo suficientemente fuerte y valiente para liberar a los israelitas de los madianitas. Pero Dios envió a un ángel para llenarlo de valor:
“Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: El Señor está contigo, valiente guerrero. Entonces Gedeón le respondió: Ah señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo: “¿No nos hizo el Señor subir de Egipto?” Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas” (Jueces 6:12-13).
En ese momento, Dios estaba mostrándole a Gedeón su potencial, aún con el miedo latente. Él (Gedeón) tenía que enfrentar la situación. Esto nos muestra que no existe problema imposible para aquel que toma una actitud y se indigna en contra de la situación.
Dios le garantizó que él no moriría (Jueces 6:23). Era solamente cuestión de traspasar sus barreras personales, tomar una decisión y seguir adelante.
No se conforme con lo que hasta hoy le ha hecho infeliz. La fe nos demanda un esfuerzo continuo, la recompensa es que al final de la lucha tomamos posesión de aquello que tiempo atrás soñamos.