Daniel es uno de los personajes que más admiro de la novela “El Rico y Lázaro”.
¡Ya lo admiraba sólo al leer acerca de él en la Biblia, ahora con la novela entonces…! Poca gente sabe que Daniel fue uno de los mayores profetas de la Biblia. Creo que ni él tuvo noción de la gran importancia que tuvo en la historia del pueblo de Dios, pues, además de haber escrito un libro de la Biblia, Daniel también fue uno de los pocos hombres que recibieron la revelación del final de los tiempos.
Pero vamos a entender quién fue Daniel:
Daniel nació en una familia noble de Israel (Daniel 1: 3) y, por eso, tuvo acceso a una muy buena educación. Pero, a diferencia de muchos que nacen con ese mismo privilegio, temía a Dios y, por lo tanto, su nobleza y estudios no lo hacían independiente del Altísimo. Por el contrario, él tenía una relación íntima con Dios – algo raro de encontrar, principalmente en los jóvenes.
La juventud suele ser vista como una época de la vida para “aprovechar” y “experimentar” de “todo”. Por eso, muchos jóvenes son inconsecuentes en sus propósitos, al final, piensan en arreglar todas las tonterías que hicieron más tarde, cuando sean mayores. El problema con ese razonamiento es que van a cosechar en la vida adulta lo que plantan en la juventud. Y peor, muchas veces, los frutos malos son tantos que la vida adulta se vuelve una carga para muchos.
Daniel representa a muchos cristianos que nacieron en la Iglesia y no tuvieron que sufrir en el mundo como sus padres para conocer a Dios. Nacieron en un hogar cristiano, feliz, y por lo tanto tuvieron acceso a la mejor educación del mundo – una familia estructurada. El temor a Dios es evidente en sus vidas, pues se alejan de las malas amistades y no se dejan influenciar por las modas de este mundo. Son considerados raros en la escuela y en la universidad, y tratados de lerdos por los jóvenes que no entienden su fe. Poco les importa la opinión ajena; prefieren agradar a Dios. ¡Por eso me identifico tanto con Daniel!
En contraste con lo que mucha gente piensa, que es fácil ser cristiano cuando se nace en una familia cristiana, la realidad es que a veces llega a ser tan, o incluso más, difícil que si hubiera nacido en una familia mundana. Es que no conocemos el mundo, ni lo experimentamos para entonces optar por el Reino de Dios – simplemente lo rechazamos. Hemos tenido que ser fuertes y valientes para ser diferentes de todos los demás jóvenes de nuestra edad. Así fue con Daniel.
Cuando fue llevado cautivo a Babilonia, podría haberse alejado de Dios fácilmente, pero no. ¡Fue allí que se apegó aún más a Él! A diferencia de muchos adolescentes que entran en la enseñanza secundaria o jóvenes que van a la universidad – pronto dejan la fe para adquirir hábitos mundanos. Es triste ver a tantos “cristianos” depender del ambiente en que están para usar su fe.
Daniel se preocupó con ser fiel a Dios hasta en las mínimas cosas, incluso viviendo en el palacio y teniendo acceso a todo lo “mejor” (Daniel 1: 8). Y, de inmediato, Dios lo honró:
Dios hizo que Daniel hallara gracia y misericordia delante del jefe de los eunucos. (Daniel 1: 9)
Es decir, se convirtió en el favorito de su jefe, aunque era tan diferente a los demás sabios y nobles del palacio. Tanta gente sacrifica la fe sólo para ser aceptada por otros y no logra ni ser aceptada ni ser honrada, justamente por no ser fiel al Único que podría proporcionarle eso …
Daniel agradó tanto a Dios que Él mismo creó oportunidades para revelarse a través de él. Lo vemos en la pesadilla que Dios hizo que el Rey Nabucodonosor tuviera, sólo para que Él lo revelara a través de Daniel, y luego el rey lo colocara como gobernador de Babilonia. Así es … es como el Señor ya había dicho:
A los que me honran honraré, pero los que me desprecian serán despreciados. (1 Samuel 2:30)
A veces, al mismo tiempo que le pides algo a Dios, tienes esa sensación de que Él no te oye. ¿No será porque tus oraciones están siendo despreciadas, ya que tú lo has despreciado?
Para mantenerse fiel a Dios en aquel ambiente incrédulo de Babilonia, Daniel mantenía hábitos importantísimos para su fe,