Estamos viviendo la inauguración del Templo de Salomón. Imagino que cada persona que está en esta fe, como Salomón, presentó el sacrificio que hará que el fuego descienda del cielo.
El fuego de Dios descendió del cielo pocas veces en la Biblia, porque no es siempre que se hace algo tan grande al punto de provocar una manifestación visible de Dios, como el fuego cayendo del cielo.
Estoy seguro de que todos los que, con determinación, prepararon sus sacrificios para ser ofrecidos a Dios en el Templo, verán Su fuego aparecer en sus vidas, pues es la vida de las personas que son de Él lo que Él quiere que aparezca. Como el fuego ilumina, la vida del sacrificante será iluminada, llamando la atención hacia los milagros y transformaciones que Dios hará. Todos lo verán.
Existe una letra en el alfabeto hebreo que se llama KUF – “ק”, parece una “P”, pero tiene sonido de “K”. La raíz de esa letra quiere decir SACRIFICIO – lo que era ofrecido en el Templo. También viene de ACERCARSE. Quiere decir que cuando la persona hace el sacrificio, se acerca a Dios.
La geometría hebrea dice que KUF es el número 186, que es el equivalente a “MAKON”, que quiere decir “OMNIPOTENTE”. Cuando la persona hace el verdadero sacrificio a Dios, se acerca a Él, y Él Se manifiesta de forma Omnipotente en su vida. ¡Es puro fuego de Dios!
Pero lo fuerte también es que la letra también simboliza “primate”, un animal como el mono. Eso significa que cuando la persona no se acerca a Dios, por medio del sacrificio, para ver Su manifestación como el Omnipotente, ¡ella no Lo conoce! Ella es como un primate, que se parece mucho al ser humano, pero la diferencia está en la falta de la razón, del raciocinio. No existe inteligencia, no existe fe inteligente.
Cuando la persona no quiere saber de Dios, es como un primate, parece un hombre, pero sin inteligencia. El hombre sin Dios es como un loco, una persona que vaga en la vida sin destino, sin conocer a su Creador.