Muchas personas viven cuestionándose ¿Por qué Dios no les responde? ¿Por qué Él no atiende sus oraciones? Y es por eso que muchos desisten de orar. Comienzan a pensar: ¿De qué sirve hablar con Dios? ya que aparentemente mientras más oran más problemas aparecen en sus vidas.
Eso no es verdad: la oración es el único canal de comunicación con Dios. Y Él promete responder, es más, nos invita a pedir, insistir y perseverar en lo que pedimos.
Dios tiene placer en atender las peticiones como un Padre que le gusta atender al hijo que le muestra que depende de él.
Entonces ¿a qué se debe esa falta de respuesta tras la oración? Muchos oran sin ningún entendimiento, oran apenas pronunciando palabras repetidas, hacen rezos memorizados, leen oraciones escritas, las mismas que no tienen ánimos, ni fuerzas.
Muchos cuando terminan sus oraciones, pasado unos minutos no se acuerdan más de lo que pidieron, algunos se quedan dormidos en medio de su oración y otros se acostumbran a “orar” y no ver el resultado de su pedido, esto sucede, porque NO ORAN CON FE, siendo que la Palabra Divina dice que las ansiedades y preocupaciones terminan en la oración. Si la persona obecece a esto, sucederá cómo está escrito, «Y todo lo que pidieres en oración, creyendo, lo recibiréis» (Mateo 21:22), pasando de de cuestionar a ser respondida.
No es necesario ser merecedor, sino Dios no atendería a nadie. Él responde según la manifestación de la fe de cada uno. La oración tiene cuerpo, alma, espíritu:
Cuerpo (Parte Física) – Es lo que ofrecemos a Dios cuando doblamos las rodillas, cuando cerramos los ojos, cuando levantamos las manos, cuando clamamos, cuando ayunamos, cuando somos fervorosos, etc.
Alma (Parte Emocional) – Colocar en Dios nuestras preocupaciones, inquietudes, ansiedades, lágrimas, miedos, entregarse por completo a Dios. De forma que todo sentimiento que provoca dolor o sufrimiento termina después con la oración.
Espíritu (Parte Racional) – Esto representa la parte en que nos concentramos colocando el pensamiento en lo que pedimos a Dios, hacemos uso de la parte inteligente, la racional por el hecho de no aceptar ningún mal ya que no se encajan con las promesas de Dios, esto nos lleva a orar no con palabras repetidas, pero sí cobrando de Dios Sus promesas, de acuerdo con Su Voluntad.