En ninguna época se vio tantos suicidios como en la actualidad. A la mente de muchas personas llega un pensamiento: “¡La única solución es la muerte, ya intentaste de muchas maneras y no consigues!”, esta es la gran mentira que el diablo implanta en la mente de las personas que están desesperadas y cansadas de tanto sufrimiento. Todos los problemas como las enfermedades, vicios, plagas, maldiciones, hechicerías o brujerías, tienen solución si nosotros buscamos a través de Dios la liberación de todos estos males espirituales.
El ser humano comienza a desear la muerte cuando ya asesinó sus sueños. Nadie tiene el poder de matar nuestros sueños, pues estos fueron dados por Dios, ¡solamente nosotros tenemos este poder, de asesinarlos o de nutrirlos, alimentarlos!
El diablo es el mayor destructor de sueños, él quiere de todas las maneras posibles terminar con los sueños de las personas creando situaciones en casa, en la salud, en la vida profesional, para que justamente, el ser humano llegue a la conclusión equivocada de que “no vale la pena ser honesto, no vale la pena ser hombre de una sola mujer, no vale la pena creer en Dios, no vale la pena ser verdadero, no vale la pena ser un buen hijo, no vale la pena buscar a Dios, pues yo soy todo eso y miren mi vida… Mis sueños no fueron realizados.”
Y entonces, gradualmente, comienza a asesinar sus sueños, a eliminarlos, y es a partir de ese momento cuando comienza a perder el sentido de la vida; sí, lo que le da sentido a la vida son, justamente, ¡los sueños! Y, para el hombre de Dios, no se trata de realizar sueños personales, pues nuestros sueños son los sueños de Dios.