Los tiempos son difíciles, por eso es necesario aprovechar el tiempo en la presencia de Dios, pues nadie en esta vida le puede librar y ayudar como Él lo haría. Muchos buscan ser reconocidos y causar una buena impresión a otras personas; sin embargo, sólo a través del Espíritu Santo es que los demás verán en usted la luz que no hay en este mundo; quien tiene a Dios en su vida, tiene luz propia y debido a ello, sabrá lo que debe hacer para escapar del mal.
“El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.” Salmos 91: 3
El lazo del cazador es todo aquello que el diablo planea en contra del ser humano, por ejemplo, muchos hogares son destruidos porque aparecen terceras personas, aparentemente “más bonitas, con mejores cualidades, que dan más atención”, y la persona termina engañando a su pareja, eso sería el lazo del cazador que destruye familias; otro lazo del mal sería el vicio de la internet, que termina haciendo que muchos vean y hagan cosas erradas, que más tarde acarreará serios problemas; el dinero fácil también ha sido un lazo que ha atrapado a muchos, pues nada que sea fácil viene de Dios.
“Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día.” Salmos 91: 4-5
Actualmente el mundo enfrenta una peste destructora llamada “coronavirus” que ha matado a más de tres millones de personas alrededor del mundo.
Lazos, pestes, terror, saetas, son cosas que a diario asecharán al ser humano; pero no tema, porque Dios ha prometido librar a aquellos que creen en Su Palabra.
No confíe en la palabra de nadie que no sea Dios, Quien le hablará de muchas maneras, incluso a través de personas que le sirven a Él.
Muchos prefieren atender otras voces que sólo le generan miedo, nerviosismo, ansiedad y tantas emociones que le debilitan física y espiritualmente, en vez de creer en la Palabra de Dios que dice que Él le librará del lazo del mal.
“Para mí la felicidad era un sueño inalcanzable”
«Un abuso sexual en la infancia me llevó a mirar para la sexualidad de una forma diferente. Desde muy joven fui incentivada por amigas a vender mi cuerpo. En búsqueda de la felicidad me envolví con vicios como: alcohol, cigarrillo, drogas, masturbación, pornografía y prostitución.
En aquel período, la vida de dama de compañía y el dinero no combatían mis frustraciones. Varias personas a mi alrededor me amaban y me incentivaban a crecer, pero internamente me sentía vacía. Cuando salía con un cliente, me sentía sucia. Me bañaba y la suciedad no salía de mi cuerpo porque mi interior estaba sucio.
Para mí la felicidad era un sueño inalcanzable. Con el objetivo de obtenerla busqué ayuda en religiones. Pero nada me llenaba, por eso buscaba alegría en bailes y amistades. El inicio de mi transformación sucedió después de una sobredosis. En depresión profunda, me acordé de una palabra que mi madre, que ya era miembro de la Iglesia Universal, me dijo: ‘usted sólo será feliz cuando conozca al Señor Jesús’.
Al llegar a la Iglesia muchos conictos surgieron en mi mente, pero la Fe anuló esas dudas. Un domingo por la mañana, tuve un encuentro con Dios. Él me mostró mi pasado y me dijo que en varias ocasiones en que casi muero Él estuvo ahí protegiéndome, que no me juzgó por lo que yo era y que me aceptaba de la forma en que estaba en aquel momento. Algunos meses después recibí el Espíritu Santo y ocurrió una transformación completa de vida, el vacío que buscaba llenar con los vicios fue llenado cuando el Señor Jesús me bautizó con el Espíritu Santo.
Hoy tengo paz, tranquilidad, alegría y la certeza de la Salvación de mi alma. Soy una mujer completa y realizada.»
•• Tatiana Araujo