“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”. Mateo 13: 44
Imagine, usted se entera que hay un tesoro escondido en un terreno, seguramente, sería capaz de pagar cualquier precio para comprarlo, porque sabe que ese tesoro vale más que todo el dinero del mundo.
Ese tesoro de un valor inestimable es el reino de Dios.
Muchas personas llegan a la Iglesia en búsqueda de un milagro en la salud, en la familia, económico, sentimental, etc., pero una vez que lo reciben, algunos, se dan cuenta de que aún les falta algo, que es mayor que cualquier bendición, el Espíritu Santo, por Él, renuncian a todo, pecado, vicios, mentiras, infidelidades, etc., pues entienden que sólo de esa manera podrán conquistar la salvación de sus almas.
Cuando la persona entiende la importancia de recibir el Espíritu Santo y lo recibe, automáticamente las demás áreas de su vida pasan a ser suplidas por Dios, simplemente, porque ésta persona colocó en primer lugar el Reino de Dios y Su justicia.
Por esa causa no es justo que una persona continúe sufriendo, si ella se entrega por completo a Dios, renuncia al pecado, a sus deseos, voluntad propia, entrega los problemas que le han causado tristeza o sensación de soledad o ansiedad y empieza a obedecer la Palabra de Dios, por ejemplo, se bautiza en las aguas, perdona, se aleja de lo errado, etc., entonces, estará pagando el precio por ese tesoro escondido.
Usted, ¿estaría dispuesto a entregarse por completo y renunciar a todo por ese tesoro escondido que es la salvación?
Piense en eso
Dios le bendiga.