El sábado 30 de agosto tuve la honra de participar del 1º Encuentro Nacional de Ministros del Evangelio en el Templo de Salomón, con la ilustre presencia del obispo Edir Macedo.
Sé que muchas personas están curiosas por ver el aspecto físico y material del Templo. Sé también que muchos ya tienen su concepto preformado, demostrando claramente que la influencia de los medios de comunicación y de quienes no vieron y sintieron lo mismo que yo, al entrar a ese lugar, se hace presente en el medio cristiano.
El Templo en sí es maravilloso. De hecho, ¡una obra espectacular! Pero, con certeza, no fue eso lo que me dejó enormemente impresionada. Lo que me maravilló fue el clima, la reverencia, la organización, la educación de todos lo que estaban trabajando en el Templo, la honra, la Santidad al Señor… Todo se combinó y generó una consecuencia maravillosa: la presencia de Dios de la forma más suave y maravillosa que ya sentí.
El obispo Edir Macedo nos trajo una palabra simple, pero profunda. Bendijo a todos los líderes evangélicos, para que, juntos, podamos trabajar. No para que aumentemos el número de miembros en las denominaciones, sino para que juntos sumemos para el Reino de Dios, llevando la Palabra del Dios Vivo a los cautivos y oprimidos.
He leído muchas críticas con relación al Templo de Salomón en internet. El mismo discurso obsoleto de que "se gastaron millones, ¿por qué no se les dio a los pobres? Y bla, bla, bla". No voy a citar nombres, ni siquiera a atacar a las instituciones que gastan millones destinados a la enajenación humana. El hecho es que hay que felicitar a la Iglesia Universal por el trabajo realizado. Como fue dicho en el propio Templo, el lugar es destinado a la adoración, lugar de entrega y sacrificio al Señor de todos los pueblos, religiones y naciones.
Invito a todos mis amigos, independientemente de su religión, a visitar el Templo, pues no se van a arrepentir. Y exponga sus críticas solamente después de visitar el lugar.
Kelly Gusmão – Asamblea de Dios