La mayoría de las personas tienen fe en Dios; pero no todas han logrado éxito en su fe, simplemente por la falta de sustento de la misma. Cuando la fe está fundamentada en la base sólida de la Palabra de Dios, tiene calidad, y es justamente esa fe la que podemos llamar cualitativa, que promueve la vida de calidad. La falta de calidad de la fe es justamente la razón por la cual la mayoría de las personas no obtienen buenos resultados prácticos, aun teniendo fe en Dios. La vida depende de la fe, pero si la fe no tiene calidad, la vida tampoco la tendrá.
Tomemos el ejemplo de nuestro padre en la fe, Abraham, por las siguientes razones: el Señor nos enseña, diciendo: “Mirad a Abraham…” (Isaías 51:2). Significa que debemos imitarlo en la creencia y en la obediencia. Fue a través de su coraje y audacia que él materializó la fe del corazón, cuando ofreció a su hijo Isaac.
Además de tener una fe intrépida, él era paciente para esperar el cumplimiento de la promesa. Abraham tuvo el privilegio de haber sido el primero en recibir la promesa de Dios con juramento.
A través de él todos los que creen son bendecidos. Solamente los que son de la fe son de verdad sus hijos y herederos. No es mediante la Ley que los descendientes de Abraham heredarán sus bendiciones, sino a través de la misma calidad de fe que él manifestó en Dios. Por la naturaleza de su fe, Abraham se tornó amigo de Dios y heredero de todas Sus promesas. Fue elegido por Él a causa de la sinceridad de su corazón y, finalmente, por causa de la Alianza.