«Tenía serios problemas financieros y familiares. Mis hermanos y yo teníamos una empresa que quebró. Acumulamos una cuantiosa deuda, esto trajo un enorme desacuerdo familiar. Fue entonces cuando un amigo, sabiendo de mi situación, me invitó a ir a la Universal. Acepte porque sabía que sólo Dios podría poner fin a mi sufrimiento. Conocí a mi esposa y juntos comenzamos a asistir a las reuniones.
Participando de las cadenas y poniendo en practica lo aprendido, poco a poco, y con mucha persistencia y perseverancia pude pagar las deudas y las conquistas fueron dándose poco a poco. Siguiendo la dirección recibida en las reuniones, comencé una nueva compañía, que ha crecido de forma sostenible y cada día conquista nuevos clientes.
Hoy en día, además de nuestra empresa, tenemos una familia unida y nos hemos convertido en una referencia para los amigos y la familia».