«Pronta esté Tu mano a socorrerme, porque Tus Preceptos he escogido.» (Salmos 119:173)
El Señor Dios nos escogió primero, sin embargo, cuando lo conocemos, nos da el entendimiento de cómo podemos amarlo y honrarlo obedeciendo todos Sus Preceptos, lo que nos protege y nos encamina a una vida de paz.