Era una persona rebelde y maleducada con todos. Comencé a buscar una manera de olvidar todos mis problemas saliendo con malas amistades y relacionándome con diferentes chicos, solo quería llenar el vacío que había dentro de mí.
Cuando llegaba la noche me atormentaba una profunda tristeza. Fue entonces que me pregunté por qué no podía ser feliz.
Mi vida cambió cuando decidí aceptar la invitación de mis padres para participar en la Iglesia Universal. Haciendo las cadenas en la Terapia del Amor y colocando en acción todo lo aprendido, logré encontrar lo que siempre anhelaba tener.
Hoy tengo una vida transformada, respeto a mis padres y he encontrado el verdadero amor y la paz.
•• Sarahi Pereza.