Tenía curiosidad por saber cómo era el mundo y terminé involucrándome con malas compañías; esto me llevó a tener citas a muy temprana edad y fue a través de estas relaciones que descubrí varios tipos de drogas como: marihuana, éxtasis, cocaína.
No conocía la palabra límite, me desaparecía de casa por dos o tres días, a pesar de tener un hijo pequeño. Cuando consumía drogas era para escapar del papel de madre e hija que no quería asumir.
Estuve a punto de sufrir una sobredosis, casi fui víctima de una violación y resulté herida en un grave accidente tras estrellar el auto que conducía. Todo esto sucedió estando bajo los efectos de las drogas.
UNA OPORTUNIDAD
Mi realidad se volvió insostenible cuando comencé a pensar que, algún día, podría morir y no ser salva por mis malas elecciones. Es ahí cuando regresé a la Iglesia Universal y decidí entregarme completamente a Dios.
Entendí que, sin el Espíritu Santo, nada progresaría en mi camino. Ya no quería ir a estas ni consumir drogas.
Mi comportamiento en casa y con las personas que me conocían cambió por completo. Hoy soy una verdadera madre para mi hijo y una hija que es motivo de orgullo y no motivo de vergüenza y deshonra. Tengo un matrimonio bendecido y comencé a prosperar económicamente.
Me considero una mujer realizada en todos los sentidos.
»Renata