En la pequeña ciudad brasileña de Omisión, había una empresa llamada Acabadiza. Ella daba empleo a la mayoría de los hombres de la vecindad, por esa razón, muchas familias dependían de ella para sobrevivir. Cuando empezó su producción de papel, era muy pequeña, pero la ideología del líder contagiaba a los pocos contratados que empezaban a producir como si fuesen centenas. Ellos estaban muy unidos y trabajaban con excelencia. Con el paso del tiempo, el pequeño salón dio lugar a un bello complejo empresarial, con nuevas instalaciones y funcionarios. El éxito fue rampante pero, poco a poco, cada uno se fue alejando del otro y fijándose únicamente en si mismo y en su área de especialización. Fueron perdiendo el interés y el ideal.
Una de las frases que más se oía en la Acabadiza era: “No tengo nada que ver”. ¡Diríjase a quien corresponde!”
El individualismo y la omisión crecieron muy rápido, y en un día aparentemente igual a todos los demás, un desastre trajo a flote lo que la falta de compromiso es capaz de causar.
Por la mañana, caminaba una persona por la fábrica y tiró en el suelo el resto de un cigarrillo. Y así, empezó a subir humo del jardín.
En aquel momento, todos los que llegaban para trabajar se decían unos a otros: “¡Que alguien llame a los bomberos!” “¡Eso no es mi responsabilidad!” “¿Por qué llamar a los bomberos? ¡No pasa nada! y etc.
Mucha gente pasó por allá y no hizo nada.
De repente, el humo alcanzó el primer piso, y el funcionario dijo al jefe de su sector que estaba sintiendo un fuerte olor a humo. El jefe contestó que aquello no era su problema. “Vamos a hacer el procedimiento habitual enviando un comunicado a la dirección”.
Cuando el encargado fue a entregar el comunicado a la dirección, la puerta estaba cerrada debido a una junta.
Finalmente, cuando la dirección supo, la empresa Acabadiza estaba prácticamente en llamas.
Y yo le pregunto: ¿no es cierto que muchas personas actúan así en la vida? Viven inertes y silenciosas eludiendo las responsabilidades y echándoselas a los demás…
Hacen parte de la sociedad, pero no practican sus deberes ciudadanos. O sea, las mismas personas que se quejan de la inundación, tiran basura en las calles. Se quejan del mosquito Aedes Aegypti pero no se hacen cargo de sus patios. Se quejan cuando pierden inocentes en la violencia de las calles, pero no investigan bien y evalúan los candidatos antes de votar.
Se quejan del gobierno, pero la falta de gobierno es la falta de nosotros mismos. Nuestros políticos reflejan fielmente nuestra gente, por desgracia.
El problema es que sólo cuando lo sienten en carne propia, es que se dan cuenta del caos. Por lo tanto, necesitamos comprender la política y los mecanismos que organizan y regulan la vida social. Esto es crucial para que Brasil salga de esa crisis.
No sirve de nada decir que no somos influenciados por la política, porque sí lo somos, y mucho. El voto puede poner comida en la mesa o sacarla. Puede generar salud o muerte; justicia o injusticia; trabajo o falta; educación o analfabetismo etc. Por esa razón necesitamos comprender que no se puede pensar en la política sólo de dos en dos años durante la preparación para las elecciones, pero debe ser vista por una mirada critica y observadora, pues es nuestra vida y nuestro futuro que están en juego y, porque no decir, en votación también.
Aquellos que logran entender, esperan por las elecciones para que puedan ejercer uno de los mayores derechos democráticos que poseen, que es elegir sus representantes. Pero aquellos que dejan para pensar en política en el momento de la urna muestran que son como los funcionarios negligentes de la fábrica, que apenas empujaron los problemas para otros solucionar. En este caso piensan: “No entiendo nada de política, por esa razón prefiero no involucrarme. No tengo nada que ver con la mala condición de las calles, con la falta de agua o de educación. ¡Que los políticos solucionen!”
Pero, esas personas ni siquiera saben que esa actitud es como firmar un poder legal permitiendo que la nación siga siendo ese desorden. En otras palabras, ¿hasta cuando pagarán sus impuestos correctamente para entregar en las manos de representantes cuya familia, ideología, comprometimiento o partido es completamente ajenos a ellas?
Nuestros derechos se pierden cuando no valoramos la elección de aquellos que van a administrar todo esto.
¿Usted alguna vez ha pensado en trabajar cuatro años y entregar todos sus ingresos para un extraño hacer lo que quiera? Eso es una locura, ¿verdad?
Pero es lo que hemos hecho en cada elección.
Durante muchos años estamos viendo pequeños incendios de corrupción y no hemos hecho nada, ahora el fuego parece estar generalizado. ¡Eso, mas bien, es un problema de todos!