Desde hace muchos años venía sufriendo con problemas de hipertensión, eso me generaba dolor de cabeza constante, no conseguía conciliar el sueño, me dolía el pecho, vivía con mal humor, además tomaba pastillas de día y noche.
Me sentía mal y estaba cansada de esa situación. No soporté más y pasé a realizar con todas mis fuerzas el Tratamiento con el Agua Bendita todos los domingos; llevaba el agua consagrada a casa y la bebía como una medicina, le pedía a Dios que realizara un milagro, porque ya no quería tomar más pastillas.
Confié en que Dios me concedería ese pedido y perseveré. Hoy gracias a Él estoy sanada, cuando me realizo mis chequeos médicos, mi presión está normal, ni sube ni baja, ya no tomo ningún medicamento.
Estoy feliz porque, así como determiné, sucedió. Vale la pena traer una botella con agua cada domingo para ser consagrada y realizar el Tratamiento con el Agua Bendita porque Dios hace milagros.
Sra. Augenia