Me hice de compromiso y pasé a tener los mismo problemas que había visto en mis padres cuando era pequeña. Pensé que todo eso era normal porque muchos pasan por esa situación.
Mi esposo tomaba mucho, cuando llegaba a casa me maltrataba, de la misma manera en que mi padre lo hacía con mi madre. Me separé de él y tiempo después empecé a sentirme enferma, me daban fuertes dolores en el estómago, pero los médicos tras realizarme varios exámenes no me detectaron nada, entonces decidí ir a los brujos, quienes me dijeron que estaba siendo víctima de una trabajo de brujería, que me dieron una comida que tenía un preparado.
Después volví con mi esposo con la promesa que él iba a cambiar, quedé embarazada y nos separamos nuevamente, dijo que él se haría cargo de la manutención de los niños pero que no quería nada conmigo, eso me devastó, hice todo para abortar, pero no lo conseguí.
Busqué refugio en el alcohol, empecé a salir con amistades, pasé a vivir de fiesta en fiesta, llegaba en las madrugadas a la casa, hasta que fui víctima de una violación, me pusieron drogas en la bebida. A raíz de esa amarga experiencia me puse a pensar a dónde iba a parar de esa manera, me quedaron varios traumas, tenía miedo, me encerraba en la casa a tomar
para olvidar todos los problemas que había tenido, maltrataba a mis hijos y pensaba que la solución era morir.
Desde el primer día que llegué a la Iglesia Universal mi mente fue liberada, pasé a pensar que había una
oportunidad para cambiar de vida y así sucedió.
Mi carácter fue transformado, fui liberada del vicio, Dios sanó mis heridas, los traumas desaparecieron, me entregué por completo a Dios, fui bautizada con el Espíritu Santo y Él me dio paz, alegría, abrió mi visión, me dio dirección para emprender mi propio negocio, el cual nos permite tener estabilidad económica, no nos hace falta nada, sin embargo, mi comunión con Dios es más importante que cualquier cosa material que conquisté. (Sra. Blanca Duarte)
Participe de una reunión especial este domingo por la mañana en la Concentración de Fe y Milagros, a las 9H, en la Av. de Las Américas 305, Norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar y reciba la misma oportunidad que tuvieron miles de personas, para poder cambiar el rumbo de sus vidas.