“He pasado junto al campo del perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí, estaba todo lleno de cardos, su superficie cubierta de ortigas, y su cerca de piedras, derribada.” Proverbios 24: 30, 31
Observa que el perezoso también tiene su oportunidad, pues el también posee bienes, pero, como dice el pasaje bíblico “su campo estaba lleno de cardos, su superficie cubierta de ortigas y su cerca de piedras, derribada”, o sea, no basta posee un “campo”, pues si éste está lleno de cardos y ortigas, ¿de qué servirá? ¿Basta tener una “cerca de piedras”, si está en ruinas? ¡Claro que no! ¡Entonces, observa que, el error de estos hombres, tanto del perezoso y del falto de entendimiento, que poseen un campo (abandonado) y una viña (que por falta de entendimiento sería incapaz de hacer prospera) era precisamente su falta de atención o cuidado en la conducción de su propia vida!
O sea, no basta poseer conocimientos, tener oportunidades o talentos, pues, por más que una persona los tenga, si es perezosa o tiene falta de entendimiento (no confundir con conocimientos), entonces, no prospera, no sale de las ruinas, su vida es como las ortigas y llena de cardos.
¿Y quién es el perezoso? Es, básicamente, un acomodado. Y esa acomodación, según la biblia, es lo que hace con que él no prospere, ya que condiciones tiene, todos nosotros tenemos talentos, pero la realidad es que la persona con falta de comprensión se acomoda y se impide a sí misma de hacer la diferencia, porque queda a la espera de que los demás hagan por ella lo que sólo ella misma puede hacer.
Nadie puede alimentarse, ejercitarse, respirar por nosotros, como también nadie puede trabajar por nosotros. Somos nosotros quienes tenemos que hacer eso. Usted tiene que ejecutar su trabajo con precisión, prontitud y perseverancia, pues es eso lo que le hará prosperar.