La fe inteligente, es la fe de calidad, que consecuentemente también trae una vida de calidad.
Muchas personas creen en Dios desde su niñez, sin embargo, no han visto el resultado de esa creencia, pues viven una vida de mala calidad. Pero ¿por qué sucede eso? ¿Por qué Dios no corresponde a sus necesidades?
“Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, el Señor Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho el Señor: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.” (1 Samuel 2:28-30)
El sacerdote Elí fue escogido entre millares de sacerdotes, para servir a Dios para siempre, él y su descendencia, sin embargo, fue reprobado por honrar más a sus hijos que a Dios. Elí no pecaba, pero fue negligente al no reprender a sus hijos, permitiéndoles que cometieran sus pecados dentro de la casa de Dios, lo que era un insulto para el Él.
La fe inteligente es visible cuando la oración que sale de la boca de la persona coincide con las actitudes de ella delante de Dios, y esta es la fe sincera, verdadera, la fe con sacrificio. Esta fe es diferente a la fe falsa que el sacerdote Elí manifestaba delante de Dios, una fe religiosa, hipócrita; esa fe era una ofensa para Dios.
La fe pura, sincera, es la fe que honra a Dios, y es por eso que está escrito que, sin fe es imposible agradar a Dios.
Dios tuvo fe en la humanidad, al punto de dar a Su único Hijo en favor de la salvación de ésta, por esa razón, la única manera para que el ser humano pruebe la fe en Él, es a través del sacrificio. La fe del sacrificio, la fe del todo por todo, es la única fe que justifica al pecador.