(segunda parte)
Si cuestionas los motivos del pensamiento que “no eres capaz”, te darás cuenta, que no tiene sentido. ¿Por qué no soy capaz? ¿Por qué no hice mi trabajo tan bien como cualquier otro?, ¿por qué soy fea, por causa de mis pies?, ¿por qué soy inferior a mi amiga, por mi falta de formación académica? ¡De ninguna manera! La verdad es que seremos inferiores, feas e incompetentes, si queremos. No tenemos esos adjetivos por lo que tenemos o dejamos de tener, por lo que somos o dejamos de ser, sino porque nos vemos así. Entonces, ¿por qué creer en la mentira? Tal vez alguien muy cercano te haya dicho algo que acabó destruyendo tu autoestima. Ahora bien, pregúntate a ti misma: ¿Cuál fue la base de ese comentario?, ¿por qué lo hizo?, ¿se trata de un hecho o de una palabra dicha sin pensar? Probablemente llegarás a la conclusión de que no fue nada más que un malentendido.
Si cuestionas esas ideas malas sobre ti misma, te darás cuenta de lo tonta que fuiste al darles crédito. Empezarás a valorarte más. Basta con mirar a tu alrededor y verás que, entre millones de personas, ¡no hay nadie como tú! Tu estructura física tal vez necesite ser perfeccionada, pero esa necesidad existe simplemente porque no has cuidado de ella como deberías. Cuando empieces a amar y a cuidar tu cuerpo ¡verás lo bonito que es!
Las personas solamente consiguen cuidar lo que les gusta. Si te amas, cuidarás bien de ti misma, de tu salud, de tu cuerpo, de tu apariencia e incluso, de la casa donde vives. Cuando te mires en el espejo y te guste lo que ves, las personas te mirarán y también les gustará lo que ven, “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Proverbios 23:7.