Devolver el diezmo corresponde a separar los primeros 10% de sus ganancias y entregarlos en el Altar de Dios. Pero para quién es nacido de Él, esa actitud va más allá de una simple devolución de dinero: ese acto muestra el temor y la reverencia que la persona tiene para con Dios.
De esa manera, cuando la persona se convierte en un el diezmista, empieza a tener un compromiso con Dios, una Alianza, ya que considera que todo lo que ella posee, proviene de Él.
Este compromiso le da a la persona las condiciones de cobrar de Dios aquello que le fue prometido por medio de Las Escrituras.
“Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto dice el SEÑOR de los ejércitos si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Malaquías 3:10
Dios hizo una promesa y Él es el para cumplirla, pero para que esta Palabra se cumpla en su vida, es necesario que exista la debilidad y la obediencia a la Palabra de Dios y para esto, necesita renunciar a su voluntad para hacer la voluntad de Dios, sólo así verá el cumplimiento de estas promesa en su vida.
“Siempre fui una persona que daba lo mejor en lo que hacía, pero no había alcanzado mis sueños. Llegué a perder mi apartamento por no poder pagar las cuotas y fui a vivir alquilando. Pero cuando oí la Palabra de Dios y aprendí a ser el a Él devolviendo los diezmos, todo cambió. Hoy tengo mi propia dulcería y tengo 10 empleados a mi cargo.”