Mi hija mayor comenzó a sufrir con fuertes dolores, pensé que era algo leve, sin embargo, pasó toda la noche con fiebre, vómito y el dolor se intensificó, al punto de no poder pararse, al consultar con una amiga que es médico, me indicó que era apendicitis y que la llevara al hospital rápido porque era grave y mi niña podría morir, eso me generó miedo, pero también despertó mi fe, rápidamente le di a beber el Agua Consagrada que tenía en casa, puse esa situación en las manos de Dios y le pedí que colocara Sus manos y que todo saliera bien. Mi hija fue ingresada al quirófano y aunque la operación tuvo complicaciones por un cuadro de peritonitis, mi hija gracias a Dios salió bien y se recuperó rápidamente.
•• Sra. Karla G