Fe atrevida. El título ejemplifica muy bien la fe ejercitada por la Universal, por el obispo Macedo.
Terminé ahora, en este exacto momento, de leer el libro Nada que Perder 2. Lo que me toma en este momento es el sentimiento de gratitud.
Con el transcurrir de las páginas, sonreí y brotaron lágrimas de mis ojos. Me indigné con los relatos de tantas injusticias – la mayoría mientras que yo aún era una pequeña niña. Me regocijé con los libramientos y la fidelidad de nuestro Dios.
"Devoré" el libro en dos días. En el final, quería aún doscientas páginas más.
Después de leer hasta la última palabra y cerrar el libro, mirando la tapa, encontré una foto, no de un simple hombre, sino de un padre. El padre de una numerosa nación.
Entonces, la gratitud.
Gratitud por el coraje, la entrega y la valentía. Gratitud por no haber desistido.
Enseguida me vino a la mente: si él hubiera desistido, ¿qué sería de mí? ¿Qué sería de mi familia?
Mi abuela, que ya era miembro de una iglesia evangélica, veía a la familia destruida. Entonces decidió darle una oportunidad a esa iglesia nueva que se inauguraba en nuestra ciudad.
Aprendió allí una fe diferente, sacrificial, sobrenatural, que transformó a toda la familia – hijos, yernos, nueras, nietos.
No sé qué sería de toda mi familia hoy, si usted, obispo, hubiese desistido.
¡Gracias por revelarnos al Señor Jesús Vivo!
Que restaura, que transforma.
Gracias por no dejar de luchar.
Gracias por cada mensaje, por cada Palabra Amiga que usted no dejó de dar en la radio.
Gracias por dejarse usar por Dios.
Al terminar de leer el libro y admirar aquella sonriente fotografía, hice un pedido: "Mi Dios, Tú aún vas a permitirme agradecerle a este hombre personalmente, con un tierno abrazo de gratitud."
Obispo, todos los días usted y su familia están no en mis, sino en nuestras oraciones.
¡Que Dios lo bendiga grandemente!
Valéria Milani
Indaiatuba – SP
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Acción de la Fe
Obispo,
Esta Fe hizo que yo transforme mi vida.
Ya fui empleada doméstica y lavandera, no soy letrada, solo tengo el primer grado, cursado en la educación de adultos. Pero fue en una gran indignación contra la situación de miseria que manifesté la fe en el profeta.
Hoy soy empresaria, tengo clientes prácticamente en todos los estados de Brasil.
Mis clientes son todos ingenieros y me comunico con ellos por e-mail y teléfono.
Obispo, en el área en la que actúo, soy conocida en todo Brasil, aun sin que me conozcan personalmente.
Todo eso Le agradezco primeramente a Dios y a las enseñanzas de los profetas que están en el Altar de la Iglesia Universal.
Maria das Graças