“Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13).
¿Qué tiene que ver este versículo con la vida amorosa? ¡Todo!
Aunque se esté refiriendo a la fidelidad del Señor Jesús con respecto a Su Palabra, Él nos da una dirección poderosa para transformar su relación.
¿De qué manera? Así como la fidelidad del Señor Jesús es inmutable –aun cuando somos infieles–, porque ser fiel forma parte de Su carácter, de igual modo, también debe ser nuestra conducta, nuestro carácter, dentro de nuestra relación.
Es decir, seguir haciendo lo correcto, a pesar de que el otro no lo haga.
No cambie su esencia Tal vez, usted se siente infeliz, frustrado y hasta ha pensado en desistir de su relación porque está cansado de dar y no recibir nada a cambio. Por eso, a lo mejor, se siente menospreciado y desmotivado.
El problema, no obstante, es que usted se ha preocupado más por lo que está recibiendo, que por lo que está dando. Cuando simplemente debería continuar siendo quien usted es, así como lo hace Jesús.
Él no cambia Su esencia cuando es rechazado o maltratado por alguien. Al contrario, Él continúa siendo quien es: Fiel, Justo, Amoroso, Misericordioso, Paciente. En fin, continúa exhalando Su perfume, independientemente de las influencias externas.
Así también es la vida de pareja. Cuando usted trata a su cónyuge con amor, respeto, fidelidad, consideración, aun cuando no hay reciprocidad, está siendo fiel, antes que todo a usted mismo y a Dios.
Esa debería ser su mayor motivación para continuar haciendo lo correcto, ¿no lo cree? Para saber más sobre este tema, participe en la Terapia del Amor. ¡Hablaremos más detalladamente al respecto!
La Terapia del Amor se lleva a cabo todos los jueves en el Templo de la Fe a las 7h, 10h, 15h y especialmente 19h en Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil o también puede asistir a una de las Iglesias Universal más cercana a su hogar.
Mi vida sentimental era un fracaso como el de mis padres
Crecí en un hogar disfuncion al donde había vicios de alcohol y violencia doméstica. A causa de eso el pánico me dominaba y tenía miedo de todo como de la oscuridad y de la muerte. Todo empeoró cuando también sufrí de un abuso sexual a la edad de 8 años.
Siendo muy joven, me uní con el padre de mis hijos. Yo quería ser feliz, pero no lo conseguía. Habían momentos de infelicidad, porque él comenzó a maltratarme verbalmente y eso provocó que en mi creciera un gran resentimiento.
En medio de este caos, fui invitada a la Iglesia Universal. Participando en la Terapia del Amor fue donde aprendí a apreciarme y a valorarme. Dios vino a restaurar mi vida, a poner amor y paz en mi interior, me dio fuerzas para no desfallecer. Gracias a Dios, hoy estoy libre de todo el mal, felizmente casada con un hombre que me valora y me completa en todas las áreas de mi vida.