¡Comer es muy bueno! Soy buena admiradora de la gastronomía, en otras palabras, “buena con el tenedor”. Tengo un optimo paladar, es difícil que no me guste alguna comida. Claro que hay unas que me gustan más y otras menos. Nunca hice una dieta en mi vida, y la última que intenté hacer fue un desastre. Pero, busco equilibrarme dentro de una alimentación saludable, sin estrés.
Sé que este asunto es uno de los preferidos en los círculos femeninos, porque es difícil encontrar una mujer que no necesite “bajar dos kilos”, jeje. En algunas, esa necesidad está apenas en su cabeza, pero otras realmente necesitan porque están con sobrepeso, problemas de salud o insatisfechas consigo mismas.
Recuerdo haber hablado con una mujer joven que estaba con obesidad mórbida, hipertensión arterial y la pre-diabetes. Todos los intentos por parte de la familia y de los médicos para concientizarla acerca del problema se vieron frustrados, hasta que aprendió a lidiar con sus emociones.
Como sabemos, las emociones dictan muchas decisiones en la vida, incluso, interferir en nuestra alimentación.
Creo que usted ya debe haber pasado por una situación de ansiedad en que comió toda una barra de chocolate ¿no es verdad?
Esto suele ocurrir a causa del stress. Sin embargo, hay personas que en esos momentos comen todo el tiempo, sin respetar los intervalos entre las comidas, en gran cantidad y sin ni siquiera sentir el sabor de los alimentos, y hay quienes pierda completamente el hambre.
Vemos entonces que, no siempre cuando queremos comer, realmente estamos hambrientos. La necesidad puede estar en el alma, y, por desconocer esto, la persona camufla sus preocupaciones con la comida.
Después de todo, la comida alivia el stress y da placer, aunque sea temporalmente.
Cuando el hambre es emocional, como carencia, vacío en el alma, deseo de llamar la atención o ansiedad, ningún alimento es capaz de saciarle. Además de seguir el dolor, aún vendrán otras consecuencias, como la culpa, la vergüenza y los kilos demás.
La naturaleza humana dominada por las emociones puede producir obras que llevan el hombre al completo sufrimiento. La persona totalmente entregada a sus voluntades refleja esto en su comportamiento. Por lo tanto, además de hacerse daño, hiere a los que le rodean.
Así que, antes de comerse toda una torta, revise si no está débil emocionalmente a causa del SPM, triste, estresada o bajo efecto de cualquier otra emoción que le ponga a merced de los deseos que no le harán ningún bien.
Deje la comida cumplir apenas lo que fue divinamente determinado, que es nutrir nuestro cuerpo y unirnos alrededor de la mesa con los que apreciamos.
Para los “vacíos” del alma y para las situaciones difíciles del día a día, busque ayuda en la fe, pues en el Altísimo encontramos fuerza para vencer cualquier problema interno o externo.