A raíz de los pecados cometidos constantemente, muchos llegan a pensar que no hay manera de obtener la salvación del alma, dicen sentirse débiles ante esa situación y no tienen fuerzas para abandonar el pecado, sin embargo, es justamente en ese momento en que Dios puede actuar, claro, si la persona le entrega su debilidad, el miedo y el pasado que no consigue superar, para transformarlo y darle una nueva vida en la que pueda vencer en el presente. Si el ser humano pudiera cambiar su vida con sus propias manos, nadie buscaría a Dios, pero, ya que no es así, debemos buscarlo y entregarle todo nuestro ser, porque sólo Él puede ayudarnos.
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos”. Romanos 5: 6
El Señor Jesús murió por los impíos, es decir, por aquellos que viven en el pecado, por aquel que hizo y se hizo mucho daño, que cree que no merece nada, Él no murió por aquellos que se creen perfectos y dicen no tener pecados, sin embargo, si ellos se arrepienten y creen en el sacrificio del Señor Jesús también serán salvos.
“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5: 7-8
Dios quiere que aquel que hizo o hace tantas cosas erradas en esta vida, se torne Su hijo. Por ejemplo, una vez criticaron al Señor Jesús, porque sólo andaba con personas enfermas y otras consideradas inmundas, y Él les respondió que los sanos no necesitan de doctor, pero los enfermos sí.
El Señor Jesús murió por usted, que se siente despreciado y rechazado debido a los pecados cometidos, pero ese no es el n de su vida, pues si a partir de hoy usted decide buscarlo, Él, de brazos abiertos le recibirá, le limpiará de todo su pasado y le dará la oportunidad de escribir una nueva historia.
“Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Mateo 9:12
“Me refugiaba en el trabajo intentando llenar el vacío que sentía en mi interior…”
Me refugiaba en el trabajo intentando llenar el vacío que sentía en mi interior, pero nada era suficiente.
No conseguía tener paz ni unión familiar, pues guardaba resentimiento contra mi esposo; ambos fuimos infieles en nuestra relación.
Por otro lado, también tenía problemas espirituales, insomnio y pesadillas.
Un día mi hermana me invitó a la Iglesia Universal y acepté.
Al principio no lo llevaba en serio; veía a otros siendo transformados y bendecidos, pero yo seguía igual, hasta que entendí que lo único que necesitaba era a Dios para ser feliz, y para eso debía darle el primer lugar en mi vida.
Decidí entregarle mi vida por completo, reconocí mis errores, le pedí perdón y perdoné a mi esposo, empecé a concurrir constantemente a las cadenas de oración en búsqueda de mi liberación espiritual, pasé a obedecer la Palabra de Dios, me bauticé en las aguas y luego de eso mi forma de ver a las personas y a mí misma cambió.
Siempre escuchaba al respecto de la importancia de recibir el Espíritu Santo y me dediqué a hacer todo para agradar a Dios y así Él me diera Su Espíritu, cuando lo recibí, supe lo que era tener paz, amor y alegría, Él me dio todo lo que necesitaba para alcanzar una vida plena en todos los sentidos.
La relación con mi esposo y con mi familia fueron restauradas. Como mi esposo y yo sólo éramos unidos, decidimos casarnos y recibir la bendición de Dios en el Altar. Hoy disfrutamos de una relación maravillosa, en la que hay respeto y comprensión, por otro lado, Dios me dio sabiduría para guiar a mis hijos. El Espíritu Santo me completó, Él me llevó a conquistar la verdadera felicidad.
•• Jackeline y Jhonny – Iglesia Universal de Pascuales