Normalmente usted no entiende su forma de ser, y muchas de sus reacciones como mujer. Y cuando se hace madre, eso puede descomponerte, porque ahora habrá alguien muy cercano, y que estará conectado, atento, y durante muchos años dependiendo de usted. Ahora su estilo de vida, su conducta, sus gestos y palabras de alguna forma se propagarán, aunque usted esté ausente, porque incluso su omisión influenciará para determinar quién será su hijo.
La semana pasada leí un comentario aquí en el blog que me hizo volver al pasado. Me puse a observar quién yo era, y por algunas fracciones de segundos quise poder volver y ser diferente, hacer cosas diferentes. Es ahí que conseguimos separar el sentimiento de quedarse parada lamentando quién yo no fui de la actitud de determinar quién yo quiero ser.
Puedo culpar a la profesora de microbiología por mis “excesos”, pero en verdad quien decidió vivir con la obsesión fui yo – desinfectar impecablemente por fuera, para disfrazar la suciedad que cargaba dentro.
Mi hija ya está más alta que yo, cómo revivir su infancia, pero en sus “compartir” de adolescentes, procuro estar presente, como por ejemplo aprender a sacar fotografías, o por lo menos intentar mirar hacia el lado correcto a la hora de sacar la foto. Un pequeño esfuerzo que genera su interés en también aprender aquello que yo le enseño.
Para usted que tiene hijos pequeños, o conoce a alguien que los tiene, les dejo el consejo de Meire: “Yo intento al máximo hacer que mis hijos tengan una vida de niño, monto casas en el patio, compro arcilla para que jugueteen como si fueran hombres de la caverna y después un baño con la manguera, el tiempo somos nosotros quien lo hacemos y la calidad está en nuestras manos. Mientras que los niños sean de los padres, ellos son los que escogen, y dirigiéndoles siempre, para que no pierdan lo que la tecnología tiene de bueno…Un abrazo”