a multitud azul oscuro bloqueaba este jueves una de las calles laterales del gigante Templo de Salomón de Sao Paulo, apenas dos horas antes de que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Edir Macedo, acudieran para inaugurarlo.
Estrictamente uniformados, varios centenares de miembros de la Iglesia Universal corrían tras un hombre de traje que les conducía con prisa a sus puestos dentro del majestuoso templo.
No había tiempo que perder, dos horas más tarde 10.000 invitados llenarían el recinto. Para recibirlos, ya estaba marcialmente formada una doble hilera de jóvenes, con la imagen del centro religioso estampada en la camisa rodeando el templo. Pronto cortarían el tráfico en la zona.
Un codazo de una compañera alerta a uno de los adolescentes de que está siendo indiscreto. Preguntado en su puesto si él y sus compañeros eran voluntarios, apenas le da tiempo a decir: "Somos centinelas".
En uno de los recovecos, fuera de la superficie vallada, Baptista Martinelli contemplaba el movimiento alrededor de este impresionante edificio de casi 74.000 m2 construidos en 28.000 m2 de superficie.
Este propietario de un taller textil en el barrio de Bras de Sao Paulo había puesto una mesa de plástico con refrescos y dulces delante de una sábana blanca, tras la que ocultaba las máquinas de su pequeño negocio.
"Creo que la Iglesia venga a este barrio es bueno; yo estoy aprovechando para tratar de sacar unos reales más. Aunque, para ser sincero, soy pesimista porque creo que esto es por la novedad, luego bajarán las visitas y las ventas. A los evangélicos no les gusta gastar dinero", dice antes de reconocer que él frecuenta varias iglesias neopentecostales, que abundan en el barrio.
Música, vídeos con la historia de la Iglesia Universal y del propio recinto, construido siguiendo las guías del Antiguo Testamento sobre el Templo de Salomón original, aderezaron la ceremonia presidida por Rousseff, su vicepresidente Michel Temer, y Macedo.
Este exvendedor de loterías en Rio de Janeiro creó la iglesia en 1977 y ahora, con una fortuna estimada por Forbes en 1.300 millones de dólares, posee más de 6.000 templos en Brasil, donde se estima que la Iglesia Universal cuenta con 1,8 millones de fieles.
Uno de los grandes aciertos empresariales de Macedo fue hacerse con la red de televisión Record, la segunda cadena del gigante sudamericano.
A través de la señal ofrecida por uno de sus canales, los fieles y los periodistas, cuyo acceso al templo no estaba permitido, pudieron seguir desde sus casas la inauguración del recinto religioso más grande en superficie de Brasil (con un área unas 3,2 veces mayor que la Basílica de la Aparecida, patrona del país con más católicos en el mundo).
Quien quiera conocer por dentro el Templo de Salomón tendrá que esperar hasta el 22 de agosto. Para entrar, deberá hacerse con una credencial gratuita en cualquiera de los centros de la Iglesia Universal en Brasil, como explica la página web.
Además de mantener un código de vestimenta "como si fuera a encontrarse con una persona importante", antes de entrar los fieles deberán pasar por un detector de metales y dejar sus aparatos electrónicos fuera.
Mientras, en el interior, un obispo que llevaba una kipá similar a la que más tarde se pondría Macedo para su intervención, contaba cómo la Iglesia Universal le había sacado de la droga y la indigencia. Dos hombres más subieron al altar central a relatar casos similares.
Cuando llegó el turno de los himnos, el primero fue el de Israel y, en segundo lugar, sonó el de Brasil.
Para el final quedó el discurso de Macedo, que en su oración inicial también pidió "por la paz para Israel y Jerusalén. Paz para esa tierra" y acabó con la mitad del auditorio, literalmente, arrodillado a sus pies.
Vestida de negro y con un semblante solemne, Rousseff, que se presenta a la reelección presidencial en octubre no hizo ningún tipo de intervención pública durante la ceremonia.
Brasil, el país con más católicos del mundo (123 millones de los 200 millones de habitantes), está experimentando un crecimiento espectacular de las iglesias evangélicas y neopentecostales, con un aumento del 61% en diez años (de 2000 a 2010), según datos públicos.