Intentar distraerse para no pensar en los problemas que acarrea días, meses o incluso años, no significa que éstos quedaron resueltos, intentar no pensar en ellos, hacer de cuenta que con el tiempo pasarán, tampoco son una solución.
Los problemas no desaparecen por simplemente ignorarlos, al contrario, cuando enfrentamos uno, debemos detenernos y pensar como resolverlo, pedir a Dios dirección para vencer aquellos males, y si cree con seguridad verá su victoria sobre todos los problemas habidos y por haber, simplemente dependa de Dios. Lea a continuación el relato de una mujer, que cansada de tanto dolor decidió dar un basta a esa situación.
Los dolores eran tan fuertes que no me dejaban ni dormir
Desde hace varios meses he sufrido con fuertes dolores en los huesos, no conseguía ni dormir porque el dolor me mantenía inquieta, he tomado medicamentos, pero esa acción no me presentaba ninguna mejoría, incluso a veces me siento triste por esta situación, es tan insoportable que por eso decidí aceptar las invitación, que me habían hecho para venir a la Iglesia y buscar, a través de la fe un milagro para mi vida.
En el momento de la oración bebí el Agua Bendita con toda mi fe, determinando que Dios no me dejaría salir de la misma manera que entré en Su casa, y así sucedió, los dolores simplemente cesaron.
Estoy feliz y agradecida con Dios por esa fe que me transmitió hay, una fe que trae resultados.