LAS MALDICIONES HACÍAN PARTE DE MI VIDA
Mi vida no tenía ningún sentido, los problemas en mi matrimonio eran constantes, mi esposo prefería a sus amigos antes que pasar tiempo en familia.
Llegué al punto de odiarlo, no soportaba su presencia, las peleas eran a diario y estas terminaban en agresiones.
Toda esa situación afectaba a mis hijos, ellos eran niños tristes y con muchos traumas, al darme cuenta del daño que les estaba haciendo llegué a desear la muerte de mi esposo.
Ya no soportaba más esa situación, intenté suicidarme tomando varias pastillas.
Fue así que llegué a la Iglesia Universal, pero participando de las reuniones fui libre de los males espirituales que me atormentaban, hoy tengo una vida transformada, una familia feliz y un brillante futuro, las MALDICIONES ya no hacen parte de mi vida.
•• Sra. Teodora