No es que no tuviese sueños; en realidad los tuvo e incluso luchó por muchos de ellos; pero, aun así, debido a las muchas distracciones que la cercaban, acabó desanimándose y sus sueños se fueron río abajo. Hoy esa joven es una fracasada, aunque no lo admita. Piensa que es el centro de atención, con su belleza fascinante y la admiración de las personas que la rodean… Pero hay momentos, que sólo ella conoce, en los que se siente vacía y triste, como si nada más valiese la pena.

Ésta ha sido la vida de muchas jóvenes. Tienen tanto potencial y talento que cualquier persona diría que lo tienen todo para ser exitosas; pero en realidad, todo lo que quieren es divertirse.
Pierden el tiempo con cosas que no ayudan en nada a su vida espiritual, tales como: estas, cine, música, Internet, juegos y novios. Tal vez sea un poco brusco decir que son «fracasadas».
El éxito se conquista. ¡No cae del cielo! Lo que somos hoy es el resultado de lo que fuimos e hicimos en el pasado.
«Alégrate, joven, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y el gusto de tus ojos; mas debes saber que por todas estas cosas, Dios traerá a juicio. Por tanto, aparta de tu corazón la congoja y aleja el sufrimiento de tu cuerpo, porque la mocedad y la primavera de la vida son vanidad. Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer» (Eclesiastés 11: 9,10; 12:1).
Alégrese ahora mientras es joven y puede aprender fácilmente. Aproveche la oportunidad para construir un buen comienzo, para que tanto en el medio como en el nal de su vida pueda cosechar buenos frutos. Planee el futuro con sabiduría y no desperdicie el tiempo y su energía en cosas que no mejoran para nada su vida. Alégrese en su juventud, invierta en su vida espiritual.