Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Hebreos 12:1-2
En aquella época la iglesia ya tenía una nube de personas bendecidas con grandes testimonios, actualmente, esa nube es mucho más grande. Sin embargo, el Apóstol Pablo no se enfocó en esos milagros, sino en la carrera por la salvación eterna, enseñando la necesidad de despojarse del peso del pecado, de las pasiones de este mundo, vicios, mentiras y cosas que son agradables para el ser humano, pero no para Dios.
Todos estamos en una carrera para alcanzar la salvación del alma, pero si hay un peso no podrá completarla, ya que se cansará, para evitar eso, existe algo que le ayudará a despojarse del peso: la humildad para reconocer que está mal y que necesita la ayuda de Dios.
Así como las personas escogen una carrera profesional para estudiar, asumiendo el sacrificio que deben hacer para llegar hasta el fin, así debemos escoger la carrera que Jesús nos propone. Para ello, es necesario colocar la mirada en Jesús y perseverar en la fe hasta el final, venciendo las tribulaciones, desprecios y persecuciones, por causa de la alegría de la salvación eterna que sería el objetivo de esta carrera.
No coloque su mirada en los problemas o dificultades que pasa, colóque la mirada en Jesús, como está escrito, esta actitud le dará la paz, confianza, seguridad y certeza de que Dios cumplirá con aquello que prometió.
La estrategia del mal es causar problemas en su vida, para que usted deje de mirar para Jesús y se enfoque en las situaciones adversas, de esa manera no conseguirá reaccionar con fe, por el contrario, se llenará de dolor y tristeza y así, el diablo conseguirá dominar su vida.
Pero, los que se revisten del Espíritu de Dios consiguen llegar a la meta; consiguen terminar la carrera, abandonan el peso del pecado para vivir con Jesús; asumen la fe que vence los problemas y guía a la vida eterna.
Lo que mantiene a una persona en el camino de Dios, es la esperanza viva de que un día estará eternamente con Él y por esa causa no retrocede, ni desmaya, hasta llegar a la meta que es el Reino de los Cielos.
¿Cuál es su fe? ¿Correr por las bendiciones de esta vida o correr para llegar a la meta final, que es la salvación eterna de su alma?