En la costumbre judaica quien nacía con algún tipo de problema de salud, era considerado una persona maldita, por lo cual la excluían de la sociedad por el resto de su vida. Eso nos muestras que la religión no cambia la vida de nadie, pues lo importante es lo que está escrito en la Palabra de Dios, eso es lo que hace la diferencia.
La persona que se aferra a una religión tendrá dificultad para obedecer la Palabra, por ejemplo, sabiendo que debe perdonar no lo hace, se aferra a vivir llena de odio, por eso se vuelve un ser triste, amargado, es decir, ciega espiritualmente.
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Juan 9: 1-3
El Señor Jesús sanó a un ciego de nacimiento y los religiosos insistían en pensar que el ciego estaba maldito por el pecado de los padres, esa era la excusa de ellos ante su falta de fe.
“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista”. Juan 9: 8-11
Jesús no miró al ciego con pena, como muchos lo hicieron durante años, al contrario, lo impulsó a usar su fe.
La persona que está ciega espiritualmente no puede ver a Jesús, pero si al oír Su Palabra la obedece, sera libre de la ceguera física y espiritual, cómo lo fue aquel hombre ciego.
No importa el pecado cometido o quién lo cometió, si usted está leyendo este mensaje es porque Dios quiere cambiar su vida, ¿cómo sucederá eso? Cuando habrá su corazón para Él y esté dispuesto a entregarle toda su vida.
Cuando tenga la fe de buscar a Dios Él estará listo para ayudarlo. A partir de entonces usted quedará libre de la ceguera espiritual y preparado para una nueva vida.
Después de haber sido interrogado sobre su cura, el hombre ciego ya curado fue expulsado de la sinagoga, pero eso fue bueno para él, porque solo así tuvo un encuentro con el Señor Jesús.
“Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró”. Juan9: 35-38