“Ayer salí de la Clínica Psiquiátrica en Ana Rech, Caxias do Sul/RS, donde estaba internada. Sufro de depresión, ansiedad y borderline… Ya intenté suicidarme dos veces y, en algunos momentos, aún pienso en quitarme la vida. Necesito ayuda. Tengo muchos conflictos con mis padres”.
El pedido de ayuda fue hecho por una usuaria de internet en la página del Centro de Ayuda Universal de Brasil. Así como ella, miles de personas han sufrido con la depresión, también conocida como la enfermedad del siglo.
Lo que muchos no saben es que la depresión es una enfermedad silenciosa, solitaria y asesina. Generalmente, quien convive con una persona depresiva no logra notar que alguien está deprimido hasta que es demasiado tarde. Otros, sin embargo, tratan la enfermedad como un simple “sentimentalismo”.
Pero ¿acaso sentir irritabilidad constante, tener dificultades para concentrarse, la persistencia del desánimo, sentir presión en el pecho, angustia, tristeza o incluso sentirse culpable por todo lo que sale mal, tener exceso o falta de sueño, hambre o ausencia de apetito, desinterés, falta de perspectiva y pensamientos suicidas, sólo serían actos de sentimentalismo?
El obispo Renato Cardoso ha abordado sobre el tema. Afirma que la depresión no es sentimentalismo, y quien padece la enfermedad, sí, necesita ayuda.
“La depresión no es sentimentalismo, y así como ésta entró a su vida, puede salir, no necesita quedarse. Vea que son muchos los acontecimientos traumáticos y muchas personas no tienen la estructura para lidiar con ellos. Por ello, viene la depresión, que es la forma como su cuerpo reacciona para soportar ese dolor. Pero hay una salida y nosotros hemos probado esto. Entonces, quien quiere ser libre de la depresión, sólo asista presencialmente al Centro de Ayuda Universal”, comentó el obispo.
Sufría DEPRESIÓN CRÓNICA y fobia social, quería morirme
“Tuve una infancia problemática. En mi casa había discusiones y violencia. Mi padre nos agredía física y verbalmente. Me volví una adolescente acomplejada, retraída. Me iba mal en el colegio, le tenía miedo a la oscuridad y sufría de los nervios.
Cuando comencé a estudiar una carrera, los problemas se intensificaron. Odiaba a mi padre, no lo quería ver. Sufría problemas en la piel, me deprimí y no era capaz de salir de mi casa. Me aislé de la gente que amaba. No salía de la cama, me molestaba la luz y lloraba todas las noches. El diagnóstico era fobia social y depresión crónica, no deseaba vivir.
Sentía que una presencia me acompañaba, tenía miedo. Después, me convertí en bulímica y ni siquiera quería vestirme. Me iba mal en la Facultad, ya no tenía metas, no era feliz. Les mentía a mis padres. Buscaba trabajo y no encontraba.
Me dije hasta acá y tomé pastillas para terminar con todo, no creía que pudiera salir de la depresión. Mis papás intentaron ayudarme, pero lo único que funcionó fue llevarme a la Iglesia Universal.
Al principio me costó, pero Dios era el único que podía cambiar mi vida. Saqué de mi interior lo malo, encontré la paz que necesitaba y superé la depresión”, afirma Pilar.
Cura para la depresión
Si usted ha sufrido con la depresión, participe en la reunión que se realiza los viernes en todos los Centros de Ayuda Universal.
“Hay quienes están siendo curados de la depresión en menos de tres minutos. Sin medicamentos, sin tratamiento, sin ser internado y sin costo”, agregó el obispo Renato.
Usted puede ser curado de la depresión, participando de un Tratamiento sin precedentes. Asista este viernes a la reunión que se lleva a cabo a las 10 de la mañana en la Av. de Las Américas 305 ó en la Iglesia Universal más cercana a su domicilio.
*La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.