La fórmula que transforma el matrimonio nos fue otorgada por el propio Dios desde la creación del hombre, justo en Génesis:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
“Cuando eso sucede, algo magnífico empieza a operar dentro de cada uno”, explicó recientemente el obispo Renato Cardoso.
Mencionando su propio matrimonio como ejemplo, él afirma que tras 28 años de casados, ellos llegaron a un nivel en la relación en donde ya no esperan nada el uno del otro, solo que permanezcan como están, y eso es magnífico.
No existen más reclamos e insatisfacciones de ninguna de las partes. Ambos ya renunciaron a todo lo que les impedía ser uno solo y, por eso, lograron la plenitud en el matrimonio.
No deje a su cónyuge en segundo plano “Cuando llega a este nivel, no hay más exigencias. Si eso aún no ha sucedido en su matrimonio, es porque hay algo que usted aún no ha abandonado en beneficio de su pareja. Está aferrado a algo que le impide su entrega total al otro”, afirmó qué “Por esa razón no logra volverse ‘uno’ con su cónyuge y él, consecuentemente, se siente infeliz e insatisfecho, pues nota que está siendo dejado en segundo plano”.
¿Qué le está impidiendo entregarse por completo a su relación y complementarse con su cónyuge?
Tal vez está apegado a sus padres, su trabajo, a sus objetivos personales. Sea lo que sea, mientras usted no renuncie, las exigencias siempre estarán presentes en su relación. Además de eso, ustedes nunca serán una sola carne y, consecuentemente, siempre estarán frustrados el uno con respecto al otro.
«Estuve a punto de perder mi matrimonio a causa de las inseguridades»
Elisanilde de 45 años, conoció a su esposo, Edmundo de 53 años, en una fiesta cuando ella tenía dieciséis años. Ella dice que se enamoraron de inmediato. Luego, poco después, le pidió permiso a su familia para salir con ella.
Después de dos años, se comprometieron. Durante este período, comenzaron los desacuerdos. Elisa, como prefiere ser llamada, escuchó de personas cercanas que Edmundo era un mujeriego en el pasado. Aun así sabiendo eso se casaron. Sin embargo, sus celos y su indiferencia hicieron que pelearan constantemente. “Debido a su pasado, me volví insegura y demasiada celosa. Hubo un período en el que trabajó como taxista y debido a que estuvo lejos de casa durante mucho tiempo, mi inseguridad aumentó. Mientras trabajaba, me imaginaba muchas cosas”, dice Elisa.
Edmundo había acompañado a su madre a las reuniones de la Iglesia Universal, pero no practicó lo que escuchó durante las reuniones. Participando de las charlas de la Terapia del Amor: “aprendimos qué es la fe en Dios y todo cambió. En las charlas me convertí en una mujer segura de sí misma. Dejé atrás el pasado y comencé a confiar en mi esposo. Las enseñanzas marcaron la diferencia en nuestro proceso de restauración y fue de esa manera que pudimos restaurar por completo nuestro matrimonio y gracias a Dios hoy nuestra familia se convirtió en una bendición.”, afirma Elisa.
Participe este jueves especialmente a las 19h o en los diversos horarios 7h, 10h, 15h en el templo de la fe ubicado en Av. de Las Américas 305, al norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a usted.
Le esperamos