Estar enamorado es la mejor parte de la vida, pero también es la etapa más peligrosa. Nacemos, crecemos y empezamos a pensar en formar una familia. Todo esto hace parte de la formación de la humanidad. Muchos hogares son disfuncionales y terminan separándose porque olvidaron lo principal: el amor, el cual no es sólo una emoción o un deseo carnal. ¡No! El amor es dedicación, atención, compañerismo, fidelidad, el cual requiere tiempo y paciencia para poder ver resultados positivos.
«Uno puede ser vencido; dos, en cambio, resisten mejor; pues no se rompe fácilmente una cuerda de tres nudos». Ec. 4: 12
Aquí está bien claro lo que Dios quiere que todos entendamos y la mayor razón del porqué es importante que una familia esté unida y fuerte. El secreto para tener un matrimonio, familia, noviazgo, en n, una relación fuerte es cuando ambas partes aprenden a poner a Dios en primer lugar. Cuando la pareja aprende a trabajar, caminar y planificar junto con Dios todos estos problemas y malos hábitos como: enemistades, mentiras, adulterio, prostitución, engaños, traiciones, iras, peleas, malos entendidos, vicios, desaparecen del camino de la pareja o persona.
Las malas energías como la envidia es peor que un cáncer, esta energía puede perjudicar a cualquiera, pero esto no sucede cuando se tiene a Dios en primer lugar. Por eso, dice aquí en este pasaje que es mejor ‘tres nudos’ porque el tercero representa a Dios.
Por lo tanto, amigo lector, participe de este día para aprender a como luchar por su felicidad en el amor y en su familia.
LA ADICCIÓN DE MI ESPOSO A LA PORNOGRAFÍA Y A LAS MUJERES ME CONVIRTIERON EN UNA PERSONA CELOSA
Nuestra relación llegó al punto en que me convertí en una mujer violenta contra mi esposo y mis hijas. En mí había nacido un odio contra mi esposo, por causa de que él tenía el vicio de la pornografía y era mujeriego. Eso me enfureció y me llevó a tener unos celos fuera de lo normal, hasta el punto de seguirlo a su trabajo. Las discusiones entre él y yo eran fuertes y ambos llegamos a agredirnos.
Esa era nuestra situación, cuando mi esposo conoció la Iglesia Universal, él comenzó a participar de las reuniones, recibió orientaciones y yo noté un cambio en sus actitudes; después él me invitó a participar y acepté. Hoy mi esposo está libre de todos los vicios, es un hombre cariñoso y respetuoso.
Por mi parte ahora ya no soy más aquella mujer agresiva y celosa. Hoy somos una familia completa y feliz porque hemos comprendido que, al usar nuestra fe en Dios, todo es posible.
•• Sra. Sandra, junto a su esposo Ignacio