Si usted desea tener el Espíritu Santo, es necesario entregar TODA su vida. Dios entregó a Su hijo Jesús por nosotros, Él no entregó sólo una parte, sino que lo entregó por completo.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3: 16
Lo primero que uno tiene que hacer para recibir el Espíritu Santo es amar a Dios de la misma manera que Él nos amó, y ¿cómo Dios probó su amor por nosotros? Cuando Él DIO; quien ama da, no espera recibir para luego dar, simplemente da.
Muchos matrimonios han fracaso porque que la persona no quiere dar, sólo quiere recibir, y por causa de esto es que ella reclama; otras veces uno de los 2 conyuges es el que siempre da y el otro no, así tampoco va a funcionar, para que un matrimonio funcione los dos tiene que dar; dar es renunciar, renunciar a su voluntad por agradar a la persona que está a su lado.
Lo mismo sucede con Dios, si usted quiere tener el Espíritu Santo debe renunciar a su voluntad para hacer la voluntad de Dios, esta renuncia no es obligada o forzada, ella tiene que ser de libre y espontánea voluntad, si usted entrega su vida en las manos de Dios no hay forma de que ella no sea bendecida.
Dios nos amó de una manera tan grande y espectacular que dio a su hijo para que todo aquel que en Él crea sea salvo.
El Espíritu Santo ha sido lo mejor que nos pudo pasar”.
A pesar de tener un buen trabajo, gastaba el dinero con otras mujeres y con vicios. Un día me involucré en un robo y fui detenido. Mi mamá ya asistía a la Iglesia y muchas veces me invitó, pero no estaba interesado en ir, así que convenció a mi esposa y ella comenzó a luchar por mí.
Mi mamá y mi esposa usaron su fe en Dios para que yo saliera en libertad y así sucedió.
Ellas me insistieron para ir a una reunión y no acepté, fui a celebrar con mis amigos mi libertad. Tiempo después mi esposa volvió a invitarme y no pude negarme; comencé a asistir a la Iglesia continuamente, pero no lo tomaba en serio.
Un día entendí que todo lo que me hacía falta era entregarme de verdad a Dios y recibir el Espíritu Santo y lo demás sería añadido. A través de esa actitud tuve valor para dejar los vicios, comencé a llevar en serio la Palabra de Dios, me bauticé en las aguas, pasé a respetar a mi esposa e hijas y darle prioridad al Espíritu Santo. El día que Lo recibí por la fe tuve la certeza de que Dios moraba en mi ser, no fui más la misma persona y ninguna bendición conquistada se compara al Espíritu Santo.
Él es mi todo. Sólo cuando pasé a priorizar a Dios, las conquistas materiales fueron añadiéndose a mi vida.
•• Sr. Wellington y Cristina