… Mientras uno no logre dar a la otra persona esta ofrenda de fidelidad… El fuego del amor tarde o temprano se apagará.
Una relación de pareja es un equipo compuesto por dos personas que están dispuestas a trabajar juntas para obtener una familia, la cual es la base principal de la vida. «Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó, y les dio su bendición: «Tengan muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran»». Génesis 1: 27,28.
En otras palabras, Dios hizo al hombre y a la mujer para que, juntos como una sola persona, lograsen crear su visión de la humanidad.
Así es como se debe trabajar en pareja. Cuando uno tiene esta clase de relación todo fluye y próspera. Esto es lo que Dios quiere, que uno disfrute y viva. Mientras uno no logre dar a la otra persona esta ofrenda de fidelidad, compañerismo, atención, tiempo, dedicación, amor, cariño, cuidado, comprensión, entonces el fuego del amor, tarde o temprano, se apagará.
Por esta razón vemos tantos divorcios, engaños, peleas, etc…, lo cual ha provocado que cada vez, más personas estén solteras o que dejen de creer en el amor e inclusive le tienen terror al matrimonio.
Al ver esta situación tan equivocada que el mundo está viviendo, en la Iglesia Universal se realiza, todos los jueves, la Terapia del Amor. Una terapia que ha ayudado a muchas parejas, solteros y noviazgos. Sabemos que formar una familia no es fácil, pero con la ayuda de Dios todo es posible.
“Nuestro matrimonio era un fracaso, todo cambio cuando aprendimos a trabajar junto a Dios”
«Me casé pensando que tendría un hogar feliz, pero esto no fue así, mi esposo comenzó a involucrarse en un camino que, en lo posterior, no nos traería nada bueno. Mi esposo Juan comenzó a usar drogas y alcohol. Uno de los momentos más amargos de mi vida, fue al enterarme de la infidelidad de él.
Esto me llevó a caer en una profunda depresión y a un estado de nerviosismo. No sabía qué hacer con mi vida; esto provocó que llegara a pensar seriamente en el divorcio porque todo parecía estar perdido.
En medio de esta situación llegué a la Iglesia Universal, participando en la Terapia del Amor, el cambio se fue dando poco a poco, pues había que seguir perseverando por la transformación completa, así fui libre de toda la opresión que venía cargando, después, mi matrimonio fue restaurado y mi esposo salió de los vicios.»