Cuando éramos niños, por supuesto, tuvimos reacciones infantiles para lograr lo que queríamos. Todo siempre se basa en la emoción. Llorar, es un acto con el que el bebé muestra que tiene hambre. Lo normal es que a medida que la edad se avanza, la emoción da paso a la razón y la persona comienza a tener reacciones maduras. Desafortunadamente, hay personas que se convierten en adultos en tamaño y edad, pero siguen siendo infantiles en sus reacciones.
1.-Ser maduro no significa ser demasiado viejo: Una persona puede ser adulta e infantil. Otro puede ser joven y dominar sus propias emociones. La ventaja del que ha madurado es que es más realista e independiente, le resulta más fácil adaptarse y respetar las diferencias del ser querido.
2.-Al comienzo del matrimonio, la pareja está en transformación: Dejan de jugar el papel de hijos y se convierten en marido y mujer. Muchos problemas surgen porque, incluso cuando están casados, todavía actúan con mentalidad de niños.
3- Dependiendo de cómo se criaron, la madurez puede venir antes: Personas que fueron mal criadas y que no aprendieron a escuchar la palabra «NO», cuando se casan, no aceptarán escucharla del ser querido.
4.-Ser maduro es: saber ponerse en el lugar del compañero; no creando expectativas poco realistas para la relación.
5.-Cuando una persona es feliz: aunque sea soltera y pueda cumplir sus obligaciones sin depender de los padres, es una señal de que está preparada para vivir junto a alguien.
“Las inseguridades se convirtieron en mi peor enemigo…”
El señor Carlos Gonzáles se encontraba atravesando por diversos problemas en su vida y a causa de eso dejó a un lado su vida sentimental, pocos meses después escuchó hablar sobre la Terapia del Amor y descubrió en esta reunión una oportunidad para buscar la realización en esa área.
“Cargaba conmigo muchos problemas; me convertí en una persona llena de inseguridades y por consecuencia tuve desinterés por mi vida sentimental, recuerdo que en una ocasión escuché hablar sobre la Terapia del Amor y me interesé mucho.
Cuando empecé a participar de las charlas noté que habían cosas que tenía que cambiar para convertirme en una mejor persona, empecé a trabajar en ello y poco tiempo, después conocí a mi esposa.
Empezamos a conocernos y noté en ese lapso de tiempo que ella era todo lo que yo había pedido a Dios, nos casamos y hoy gracias a Él puedo decir que nuestro matrimonio es una bendición, dentro de casa ambos buscamos la manera de resolver cualquier adversidad. Somos muy felices.”