Quien tiene al Señor Jesús tiene también Su mentalidad, sin embargo, hay personas que aún estando dentro de la iglesia, no Lo conocen.
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.” 1 Corintios 2: 9
Hay cosas extraordinarias que Dios no creó para todo el mundo, las hizo exclusivamente para aquellos que Lo aman y, es a éstos a quienes Él bendice.
¿Cómo es amar a Dios? Amarlo es darse, entregarse a Él por completo, dándole la vida, gloria, obediencia, veneración, sacrificio y renuncia diaria.
Si una persona aún no recibió el Espíritu Santo, es debido a que ella simplemente aún no Le entregó su vida ni su corazón a Dios, no Le entregó su pasado ni sus errores, por eso, no recibe el Espíritu Santo.
“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” 1 Corintios 2: 10-12
Aquellos que aman a Dios reciben Su Espíritu, pasando a obtener la mente de Cristo, siendo así, no hay manera de que la mente del mundo les domine, sin embargo, hay personas que dicen “conocer a Dios”, pero en realidad, poseen la mente de este mundo, por ejemplo, muchos a pesar de estar dentro de la Iglesia, se contaminan fácilmente con la mentira, con el engaño, con cosas indebidas, lo que muestra y prueba que la persona no tiene el Espíritu de Dios, mucho menos Su mente, al contrario, tiene el espíritu de este mundo.
Así como el Espíritu de Dios produce temor para con Él, el espíritu de este mundo produce todo lo contrario, irreverencia.
“Mi existencia no tenía sentido…”
«Sufrí un abuso sexual debido a esto me volví una persona depresiva y triste; en la adolescencia comencé una relación donde sufrí maltratos físicos y verbales. Pensando en escaparme de ese tormento, viajé a otro país con mi hijo, quien con 13 años comenzó a formar parte de bandas y consumir drogas, eso me generaba frustración como madre, luego vinieron las enfermedades; principio de cáncer, hice tratamientos, pero no estaban funcionando, también me detectaron osteoporosis y por último vino el deseo de quitarme la vida.
Un día mi hijo me dijo que, así como yo no quería vivir más él tampoco, estaba depresivo y todo empeoró cuando lo encontré queriendo suicidarse cortándose las venas con un cuchillo, llegué a tiempo y lo impedí.
A partir de ese episodio entendí que necesitaba buscar ayuda, para entonces ya me habían invitado a la Iglesia Universal pero siempre me había rehusado, hasta que un día no pude evitarlo, mi amiga me convenció y fui a una reunión con ella, cuando ésta terminó, el pastor se me acercó para preguntarme en qué me podía ayudar, entonces yo le dije, “o usted me da una palabra de vida o yo acabó con ella, porque no tengo motivos para seguir viviendo”, él me orientó y me armó que si yo perseveraba mi vida cambiaría. Desde ese día todo empezó a cambiar, aquella misma noche pude dormir en paz.
Cuando escuché hablar de la Campaña de Israel entendí que era mi oportunidad, y lo fue, mi vida dio un giro rotundo, le entregué mi vida por completo a Dios, me bauticé en las aguas, recibí el Espíritu Santo y Él me volvió una nueva mujer, con un nuevo carácter.
Hoy mi salud está completamente restaurada, así lo demuestran los exámenes, mi hijo fue transformado y liberado de la depresión. Estamos felices, tenemos paz y alegría, incluso conquisté mi propio negocio, ya no tengo depresión, mi corazón está curado del pasado y puedo decir que realmente soy feliz».
•• Sra. Floridalva Macias