acudí al médico para realizarme algunos exámenes de rutina. Para mi sorpresa, tenía un quiste muy grande en uno de mis riñones.
Me diagnosticaron un quiste Bosniak III, con un riesgo significativo de cáncer, según la medicina, no hay cura con quimioterapia. La opción sugerida fue la extirpación completa del riñón. Sin embargo, debido a que es una cirugía compleja los médicos solo tendrían unos minutos para que la sangre se detenga. De lo contrario, moriría.
Ante esa situación, desarrollé un cuadro depresivo. No tenía ganas de comer, trabajar. Una noche vi un programa de la Iglesia Universal, durante la transmisión, el Pastor invitó a la reunión que se realizan los días martes, decidí ir, y recuerdo que de inmediato sentí paz. Al finalizar el encuentro, salí con la certeza de que la cirugía no se iba a dar.
Me sometí a nuevas pruebas y, cuando el médico lo comparó con la anterior, se sorprendió. Después del análisis, todos los médicos sugirieron cancelar la cirugía.
Hoy veo la importancia de los problemas por los que pasé y que sin ellos mi fe no se habría despertado.
•• Sr. Enderson Publicista