En los días de hoy, por todos lados y de muchas maneras recibimos informaciones que en su mayoría son tóxicas para nuestro interior y muchas cosas de lo que oímos y vemos nos llevan cada vez más lejos de Dios.
¿Cómo contrarrestar esa acción del mal en nuestra vida? De la única manera eficaz que se puede, a través del conocimiento de la Palabra de Dios.
Por ejemplo, vea lo que el Señor Jesús dijo hace miles de años atrás:
“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsaran de las sinagogas…” Juan 16: 1
Jesús no dijo exactamente de qué forma su pueblo sería expulsado de la Iglesia; sin embargo, vemos muchos países que se vieron obligados a cerrar las Iglesias por causa de las restricciones concernientes a la pandemia, que obligó a muchos a dejar de ir a la casa de Dios.
“… y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.” Juan 16: 2
Jesús nos advirtió acerca de todas las cosas que están sucediendo en la actualidad a través de Su Palabra y quienes la han practicado están preparados para enfrentar cualquier situación.
Por eso hablamos incansablemente de lo vital que es el recibimiento del Espíritu Santo, que es Quien nos dará fuerzas delante de todas las luchas que atravesemos por causa de la fe.
Si usted aún no Lo recibió acuda a la Iglesia Universal más cercana a su hogar y participe del Ayuno de Daniel, un propósito de fe, netamente espiritual, que será la pauta del camino que debe recorrer para recibir el mayor milagro que un ser humano puede obtener, el Espíritu Santo, Quien le ayudará a vivir conectado con Dios.
“Mi vida era un caos en todos los sentidos”
“En mi hogar había muchas necesidades, vivíamos en un cuarto que nos prestaban porque no teníamos como pagar un arriendo.
Mi esposo tenía el vicio del alcohol; no había para las cosas del hogar, pero él se las ingeniaba para solventar su vicio.
Estaba desesperada. Un día vi un programa de televisión de la Iglesia Universal y comencé a participar en las reuniones, quería salir adelante en el área nanciera y, a través de la fe lo logré, conquisté un negocio, carro y un terreno, pero terminé priorizando el trabajo y me aparté de Dios.
Con el paso el tiempo el vicio que mi esposo tenía aumentó y mi hija siguió ese mismo rumbo. Eso me llevó a darme cuenta que aún teniendo todo materialmente no era feliz. Empezamos a perderlo todo, incluso la paz.
Pero fue en ese momento de mi vida que entendí que lo único que me faltaba para ser feliz era Dios, a quien había dejado de priorizar; decidí volver a participar de las reuniones en la Iglesia, pero esta vez sería diferente, yo estaba dispuesta a entregarme por completo y obedecer a Dios, quería Su paz y alegría.
Fui usando mi fe en varios propósitos y el día menos pensado mi esposo decidió que quería cambiar, fue a la Iglesia, se bautizó y comenzó su transformación.
Mi familia fue restaurada, yo vi la mano de Dios actuando en todos ellos, hoy, hay paz en nuestro hogar, respeto y juntos compartimos una sola fe y Señor.
Obviamente nuestra vida económica también cambió, recuperamos lo perdido y más, carro, casa y negocio; sin embargo, lo más importante que recibimos es el Espíritu Santo, pues Él nos dio poder para vencer todo; no fue fácil renunciar a nuestras voluntades, manera de ser, forma de pensar y de actuar, pero, esa renuncia nos dio paz interior y la alegría de la salvación.”
• Sra. Raysi y Rupel