De acuerdo con la Palabra de Dios, en el capítulo 2 de Hechos de los Apóstoles, dice que el Espíritu Santo fue derramado, quiere decir que Dios cumplió la promesa que había sido hecha y que estaba escrita en el capítulo anterior:
“…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:8
Los discípulos del Señor Jesús, cumpliendo Su orden, estaban en Jerusalén esperando la promesa, cuando, reunidos en un mismo lugar, vino del cielo un ruido como de un viento fuerte y llenó toda la casa donde estaban. Entre ellos aparecieron lenguas como de fuego, y se posó una sobre cada uno de ellos, que se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar otras lenguas, de acuerdo con el Espíritu, de modo que todos los que estaban afuera, de las más diversas nacionalidades, los oían hablar en su propia lengua.
El bautismo con el Espíritu Santo significa poder, fuerza, coraje, intrepidez y audacia de vivir, tal cual como el Señor Jesús vivió aquí en la tierra. Hemos visto a muchos cristianos sinceros haciendo un esfuerzo sobrenatural para mantener sus vidas dentro del modelo bíblico, en vano.
En verdad, si con el bautismo con el Espíritu Santo ya no es fácil vencer las tentaciones y mantener el testimonio él, ¡imagínese sin Él! Muchos buscan esquivarse de los problemas y de las tentaciones, no por una cuestión de obediencia a la Palabra de Dios, sino para huir del mal, o por miedo a tropezar y caer.
Ahora bien, si el miedo existe, entonces es porque existe la necesidad de un revestimiento de poder, conforme la promesa del Señor Jesús, cuando dijo:
“…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…” Hechos 1:8.