Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15.
La mirada de una persona muestra lo que hay dentro de ella; Cuando el Espíritu Santo habita dentro de la persona, Él hermosea el rostro de la misma.
No existen personas feas en el mundo, sino que existen personas vacías de Dios. Cuando se está lleno del Espíritu Santo se transmite vida y tranquilidad, los ojos reflejan una luz, un brillo especial.
No importa cuánto se arreglen y maquillen algunas personas, ésto no puede ocultar el vacío, algunos cuidan de la apariencia para mostrarse bien ante los demás, pero en su interior están agonizando.
Otros, pueden ponerse los zapatos, la ropa, las joyas y el maquillaje más costoso del mundo, pero esto tampoco oculta el vacío en sus ojos.
De pronto, amigo lector, usted se siente identificado con la descripción de una persona vacía, se encuentra gimiendo por dentro, siente como si agonizara, porque hace mucho tiempo ha perdido la alegría de vivir, y es por esto que ha pensado en quitarse la vida en varias oportunidades, pensando que eso sería la solución de sus problemas.
Ante este dilema, debo decirle que la única solución para los problemas se llama Jesús.
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” Juan 14:16.
Todos cuando llegamos hasta Jesús, venimos llenos de problemas, y Él quitó aquel peso que cargábamos, nos consoló, solucionó los problemas que traíamos, porque Jesús, el primer Consolador solucionó nuestros problemas, pero necesitábamos Otro para llenar el vacío interior.
Muchos fueron curados por el Señor Jesús en la Iglesia, pero, porque ellos no recibieron el Otro consolador, el Espíritu Santo, no permanecieron.
El Otro, es tan importante, que el Señor Jesús consideró de suma importancia el hecho de irse para que el Otro Consolador pueda venir, Jesús sabía cuán importante era que el Espíritu Santo venga, pues sin Él no podemos vivir.
La Biblia menciona a un hombre llamado Pedro, quien había presenciado muchos milagros, sin embargo, él negó a Jesús tres veces, sólo después que él recibió el Espíritu Santo fue capaz de morir por Jesús.
Aquellos que reciben, al Otro Consolador, el Espíritu Santo, permanecen para siempre, porque Él muestra el Camino de la salvación.
El Espíritu Santo es quien nos da la verdadera razón para vivir, renueva nuestras fuerzas, nos da control y dominio, guía nuestros pasos y nos conduce. Él genera adentro denosotros la vida.