La ciudad de Quito se ha visto muy afectada a causa del covid-19, muchos perdieron todo, otros están luchando por sus vidas, y hay quienes se encuentran desesperados sin saber que hacer e incluso han perdido las esperanzas de conquistar una vida mejor y no alcanzan a ver una salida a sus problemas. Pero es en tiempos de crisis, que la Iglesia Universal intensifica aún más su trabajo.
La parroquia San Antonio, en la provincia de Pichincha no fue la excepción, más de 60 personas acudieron al Kartódromo (cerca al monumento de la Mitad del Mundo), recibieron alimentos preparados pero principalmente una palabra de Fe y Salvación.
Muchos salieron curados, libres de sus aflicciones, y entendieron que Dios no se había olvidado de ellos, aprendieron que sólo acercándonos al Señor Jesús obtendremos el poder para vencer definitivamente nuestras dificultades.
POR MIS MALAS DECISIONES CASI PIERDO LA VIDA
“Antes de entregar mi vida a Dios era una joven rebelde, problemática, ansiosa y viciada en el alcohol. Todo esto hacía que mi vida se destruyera cada día más. “Antes de entregar mi vida a Dios era una joven rebelde, problemática, ansiosa y viciada en el alcohol. Todo esto hacía que mi vida se destruyera cada día más.
Quería hacer las cosas a mi manera, llegué a involucrarme con malas amistades, y por causa de mis malas decisiones casi pierdo la vida.
Tomé la decisión de entregar mi vida al Señor Jesús y desde aquel momento fui libre de todo aquello que me ataba.
Me bauticé en las guas e hice los propósitos para tener un encuentro con Dios, desde aquel momento todo cambió, mi vida fue transformada, hoy tengo paz, alegría, y Él me da las fuerzas que necesito para vencer todas las luchas. Hoy tengo el Espíritu Santo, y esa es la bendición más grande que Dios me dio”.
•• Sra. María Hormaza Guerrero