La buena formación de una persona no acontece de la noche a la mañana, pues es un proceso continuo y debe comenzar en los primeros años de vida.
La mayoría de los padres tienen dificultad con el punto más importante de la educación de sus hijos: imponer limites, enseñar las reglas fundamentales de la vida con otras personas.
Aprender que no somos el centro de las atenciones, que las personas no existen para realizar nuestras voluntades y que nuestra opinión no es mejor que la de los demás, estos son pilares para los relacionamientos familiares, de trabajo y de amistad.
Existe una línea imaginaria que jamás se debe sobre pasar, si usted realmente quiere ser educado y agradable. Vamos a los ejemplos:
Admire el buen humor: él hace la vida más ligera, pero jamás podemos usarlo para herir o humillar a alguien. Usted ha visto a aquellas personas que están todo el tiempo poniendo apodos, o usando características físicas para hacer chistes, como: “¡Allá viene el chaparrito!”; “¿Cómo le va cabezón?”; “¡Habla perico!”. Usted hasta puede hacer a las demás personas reír, tener respuestas divertidas para todo, pero si ultrapasar los limites de la conveniencia estará entristeciendo personas y perdiendo amigos.
No sea entrometida: Usted ya debe haber visto a personas entrometida: que no le conocen y se creen con el derecho de hablar lo que quieren, invaden su privacidad, su familia, critican sus decisiones y se meten en todo. Si hasta en el casamiento tenemos que respetar aquello que al otro no le gusta, ¿cuánto más a aquellos con los que no tenemos intimidad? De opinión y consejos solamente si fueren solicitados y aun así, acuérdese que usted no es el dueño de la verdad.
No imponga su fe: Cuando vaya a hablar de Dios a alguien: no imponga su fe, no siga hablando cuando se da cuenta que la persona no quiere escuchar. Si el mensaje no fue aceptado por una persona, será por otra, Él es demasiado precioso y no puede ser desvalorizado, mucho menos impuesto.
Una enseñanza que debemos llevar para toda la vida es ser discreta y gentil pues eso es lo que hace a una mujer verdaderamente elegante. Ser elegante a veces puede parecer que usted está perdiendo, porque no hace lo que todos los demás hacen, pero quien quiere ser diferente paga el precio.