El cerebro humano funciona, primariamente, a través de la visión, o sea, por lo que los ojos ven, por lo que la memoria recuerda o por la imaginación.
Dé una imagen al cerebro y él reunirá energías para alcanzarla. Cuando su estómago le da la señal de hambre, su cerebro trae a la memoria la imagen de la comida que usted quiere o tiene disponible, para comer en ese momento. Entonces se inicia el proceso de búsqueda de esa comida, hasta su preparación, ingestión, y finalmente el hambre saciada. Si no existiese esa imagen en su mente, guardada en el “banco de datos”, que contiene las imágenes de todos los alimentos que usted ya vio y probó desde que nació, usted no sabría qué hacer con su hambre. Eso explica también por qué usted nunca tiene deseo de comer la comida que nunca vio.
Eso ilustra bien cómo funciona la fe, que sigue exactamente el mismo proceso. La fe ve aquello que ella quiere con los ojos de la imaginación, alimentada por la Palabra de Dios. La cura del cáncer, la deuda saldada, el perdón de los pecados, la transformación total de vida, etc…
Entonces, una vez que esa visión de fe se fija en la mente, la persona comienza a reunir esfuerzos para realizarla. Oración, actitud, desafíos, osadía, sacrificio, cambio de comportamiento…todo movido por la fuerza de esa visión.
El canceroso se ve sin el cáncer y pasa a confesar que está curado. No planea pasar el resto de la vida haciendo quimioterapia, sino que ve por la fe el reporte médico confirmándole la cura. Y comienza a actuar de acuerdo a eso.
El endeudado se ve sin deudas. Prioriza pagarlas, actúa con disciplina en sus finanzas, negocia con sus acreedores, hace una prueba con Dios en su diezmo… Y antes de lo esperado ve su visión concretada.
¿Hacia dónde ha mirado usted con sus ojos físicos? ¿Qué es lo que ha recordado con su memoria? ¿Cómo ha usado su imaginación?
No tenía nada, lo había perdido todo
No tenía nada, lo había perdido todo: mi matrimonio, mi trabajo; me quedé prácticamente en la nada, llegando al punto de dormir en el suelo con mi hijo.
Así llegué a la reunión del Congreso para el Progreso, empecé a obedecer lo que aprendí día a día, así mi visión se fue abriendo y tuve fuerza para salir adelante.
Dios transformó mi vida totalmente. Hoy tengo convicción de ser capaz en hacer lo que me proponga. Hoy por hoy soy mi propia jefa, tengo mi negocio que ofrece servicio de amoblado a varias empresas, mi vida económica fue restaurada, gracias a Dios. (Sra. Ivonne Avendaño)
¿Las puertas en su vida económica están cerradas, ya ha intentado de todo y está cansado de vivir en la miseria?, participe este lunes del Congreso para el Progreso, porque las Puertas que Dios abre, nadie las puede cerrar. Este lunes a las 7H, 10H, 12H, 15H y especialmente a las 19H, en la Av. de Las Américas 305, norte de Guayaquil o en la Iglesia Universal más cercana a su hogar.
Recuerde que quien se perfecciona en lo que hace alcanzará objetivos que le harán exitoso.