“Venga tu reino, Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Mateo 6:10.
Cuando usted ora así: “Sea hecha la voluntad de Dios”, y toma estas palabras con sinceridad para su vida, entonces, está renunciando a su propia voluntad y querer, a cambio de realizar la voluntad de Dios. Su felicidad depende de colocar en práctica esta revelación.
Cuando Dios llamó a Abraham y le mandó salir de su tierra y de la casa de su padre, esa era la voluntad de Dios para Abraham. Por eso, es necesario que la Palabra de Dios se materialicé por medio de la práctica.
El Señor Jesús se desprendió de todo para venir a este mundo y hacer la voluntad de Dios, convirtiéndose así en la mayor referencia de cómo hacer la voluntad de Dios.
Cuando usted vive dentro de la voluntad de Dios, todo lo que le sucede en su diario vivir es colocado en las manos de Dios. Por ejemplo: cuando va al médico, cuando tiene un noviazgo, cuando está a punto de hacer un negocio; todo lo que hace o piensa hacer, previamente, inició con una oración, colocando todo bajo la voluntad de Dios, dejando a un lado su propia voluntad.
Quien sirve a Dios es diferente a todos, de esta persona sale espíritu de vida para los demás, es una fuente, pues dentro de ella habita el Espíritu Santo.
Sin embargo, Dios no puede entrar en la vida de alguien, que no está dispuesto a vivir dentro de Su voluntad, negándose a sí mismo cada día, para poder servir a su Señor.
En la iglesia existe el trigo, que se curva delante de la voluntad de Dios, para servirlo y agradarlo, estos son los humildes que renuncian a su voluntad para hacer la de Dios. Pero también existe la cizaña, que se mantiene erguida y no se curva. Esta son las personas que se mantienen orgullosas, pues en sus vidas prevalecen sus voluntades y no la voluntad de Dios.
El Señor Jesús enseñó a todos los que quieren seguirlo, la necesidad de recibir el Espíritu Santo, para conducir su corazón ya que éste es el centro de las emociones e incluso de las decisiones.
La vida de muchos no es conforme a la voluntad de Dios, pues claman a un Dios al que no sirven, lo llaman Señor, pero no Lo obedecen; ¡sus vidas no hacen ninguna diferencia! Jesús solamente es Señor de aquellos que lo sirven, que sacrifican su propio “yo” para agradarle a Él.
Su vida debe resumirse en esta oración: “Venga tu reino, Hágase tu voluntad”, quien entiende esto, le fue revelado por el propio Señor Jesús.